ha muerto zapatero, ¡viva zapatero!

 

En la sede del PSOE la noche del primer triunfo de Zapatero como candidato a la presidencia del país. Foto de León de la Hoz

Un gobernante no se mide por lo que dice, ni siquiera por lo que hace, sino por la explicación que da a lo que no hizo, ya sea porque lo debía,  porque lo prometió o principalmente porque era una necesidad del país. Eso quiso decir de alguna manera uno de los políticos más importantes del siglo XX, el premio Nobel, Churchill, cuando nos legaba una de las lecciones más importantes y menos seguidas por los políticos. «El político debe ser capaz de predecir lo que va a pasar mañana, el mes próximo y el año que viene, y de explicar después por qué no ha ocurrido.» Recordemos a Zapatero negando la crisis económica mundial y gastando en Ministerios y regalías electorales cuando ya todo el mundo reconocía la debacle. Sabemos que los políticos actuales leen poco y mal. Y sus asesores visten bien. Zapatero, que acaba de anunciar su renuncia a un nuevo mandato ya era un muerto viviente cuando comenzó la segunda legislatura, después del comienzo deslumbrante en ocasión de su llegada al poder a causa de la mala gestión de José María Aznar en su segunda legislatura y finalmente con la intervención en la guerra de Irak.

No se trata de lo que Zapatero ha hecho, que es bien poco para el país aunque mucho para algunos, sino de su rumbo errático como gobernante que ha dejado al país sumido en la duda y la incertidumbre sobre asuntos tan importantes como la economía, las relaciones regionales y de las propios españoles con su historia, más la pobre expectativa que la nación tiene sobre sí misma y sus posibilidades futuras.

Los propios socialistas y sus correligionarios han asumido su defensa con un obituario común. Dicen que si no hubiera sido por la crisis mundial y los ataques del PP el país habría marchado mejor, además, validan los años de gobierno por el baño social de leyes y medidas como la de los matrimonios homosexuales y dependencia. En realidad son más y tantas que ni ellos mismos las recuerdan, por poner un ejemplo: leyes del aborto, divorcio, igualdad. Sin embargo son leyes y medidas electoralistas, demagógicas y populistas que carecen del calado y la profundidad que se espera para resolver los problemas reales. El país podía seguir su curso más o menos tortuoso sin ellas.

El PSOE sin discurso, sin líderes, se ha dado a componer un lugar entre ellos mismos e Izquierda Unida, absorbiendo el discurso más suave de estos y con ello a su electorado. Ese sí es un logro de Zapatero. Muchas de las medidas del Gobierno son de dudosa efectividad, controvertida aplicación y paradójica legalidad ideológica. El obsesivo afán igualitarista en ocasiones afecta a gremios y sectores como si repartiendo pan en los corrales se contentara al gallinero. Cuando vayamos a votar recordemos también la inseguridad del Gobierno para dirigir el país, su falta absoluta de previsión, sus desastrosos Ministerios de Vivienda e Igualdad, la Renta básica de Emancipación, las leyes de Propiedad intelectual y de Memoria Histórica, la reformas Laboral y de Pensiones, por poner sólo algunos ejemplos.

Lo peor es que no sabemos cómo puede ser un próximo presidente del país con el PSOE embargado por un líder como Zapatero y una oposición tan descerebrada como la que hay en el país. Yo lo único que pido es que el próximo presidente trabaje por todos y para todos, no para unos pocos sea cual sea el nicho social. No nos hace falta un país con discriminación positiva, sino sin discriminación. Presidente, explique lo que dejó de hacer siendo urgente y necesario y también lo que hizo sin sentido y a costa del erario público. Aviso para futuros presidentes: en España segundas partes nunca fueron buenas.