El problema de Cuba no se resuelve otorgando permisos a sus ciudadanos para que viajen al extranjero, cuando apenas pueden hacerlo dentro de su propio país. No se resuelve repartiendo tierras que antes fueron quitadas y que ahora son improductivas por la falta de incentivos reales, además de que muchas fueron destruidas por la política intensiva de cultivos, ni arreglando las ollas de cocinar cuando la población no tiene qué echar en las mismas. Tampoco tirando a la gente a la calle después de más de cincuenta años de un Estado benefactor y chantajista que mutiló el principio de libertad individual, imprescindible para la creatividad del hombre y la responsabilidad consigo mismo.
No se resuelve el problema restaurando a la generación fundadora de la Revolución en un Congreso del Partido ni siquiera apto para marxistas de la tendencia de Groucho. A Raúl Castro y la cúpula de poder no les interesa el pueblo ni resolver los problemas cuando esta solución puede implicar sus destinos como dirigentes al frente del país. Ha pasado la época romántica y revolucionaria; antes vivían por el poder, ahora viven para el poder. Sacrificaron la ilusión y ahora sacrifican a la población usando el crédito ya gastado. Si de verdad les interesara resolver los problemas del país antes de que sea demasiado tarde, ya que siempre sus decisiones van con retraso de los hechos, podrían haber observado medidas similares a las que abajo apunto al vuelo, sin que sean las únicas, claro.
- Habría hecho falta una depuración de responsabilidades a la que el propio Raúl no podría someterse a causa de su compromiso y competencia por acción u omisión de los problemas que acusa el Partido y el país.
- Tendría que haber un recambio generacional que en años anteriores fue alentado por Fidel y la política de cuadros del Partido. Sin embargo por razones que sólo se explican por el reparto de poder, esta generación ha sido destruida moral y políticamente, dejando el paso libre a la primera generación convertidos en ancianos sostenidos por familias que se aseguran los clanes del país actual y el futuro.
- Tendría que haberse producido una restructuración económica profunda que no sólo incentivara las relaciones productivas nuevas, motivando el comercio con medidas menos restrictivas o coercitivas, sino también la posibilidad de la inversión extranjera en determinados renglones que aprovecharan la alta cualificación de la mano de obra y su bajo precio.
- Habría que comenzar una regeneración de los valores morales y éticos que se hallan en el pensamiento y la obra cultural cubana sin fronteras, deshaciendo la hiperbolización política que se hizo de los grandes pensadores cubanos como José Martí. Restaurando el hilo y la continuidad histórica de estos valores trastocados por el pragmatismo leninista.
- Tendría que haberse acabado con la hegemonía del Partido Comunista dando lugar a la posibilidad de creación de otros partidos que se originarían de la deserción de este mismo y otros. Este Partido no tiene ni la energía, ni la inteligencia, ni el valor, ni la moral para llevar adelante los cambios profundos que necesita el país en una situación de crisis como la que vive.
- Se debería haber convocado una mesa con autonomía e independencia de personalidades intergeneracionales, interdisciplinarias e interterritoriales dispuestas a discutir las soluciones más adecuadas, con libertad ideológica, filosófica y política, incluyendo al exilio, sin que el Partido fuera el garante de las formas y los contenidos de las mismas.
Hay otras medidas, incluyendo el desmantelamiento rápido de la Revolución convocando elecciones libres o propinando un golpe de Estado, pienso que a estas alturas cualquier solución de riesgo es preferible a la ruina moral y material a la que se conduce a la nación.