el tokonoma de heriberto

Heriberto Hernández en su estudio. Foto de León de la Hoz

Heriberto Hernández en su estudio. Foto de León de la Hoz

Hace un año que estamos sin Heriberto Hernández, no sin su poesía. Sin embargo no es suficiente. No puede serlo para los familiares y amigos. Hace un año estamos sin la parte más importante de su presencia que era su propia vida, aunque la poesía para él era su vida. En él vida y poesía se entreveraban otorgándole esa imagen que siempre es como un buen poema, algo que sabemos de que trata sin que alcance una definición. Un niño grande y travieso. El año que viene y los siguientes nada cambiará, seguiremos sin acostumbrarnos a que falte en los abrazos. No obstante su poesía estará ahí, inconclusa, esperando volver a encontrarlo a través de ella, aunque ya no sea igual. Nada será igual sin Heriberto incluso a pesar de su poesía. Miami ya no es la misma. La Cuba futura no será la misma tampoco. Los amigos que van quedando tampoco son lo mismo sin Heriberto. Hoy hace un año que estamos sin él y como mañana es una pérdida irreparable. Menos mal que nos queda su poesía, porque la muerte de un niño, aunque sea grande, es lo último que debiera suceder.

PARA ENTRAR AL VACÍO

Si hay que tener un dios para mojarse
ha de ser un dios frío y oscuro como el agua,
un soplo del descrédito.
Si hay que creer en algo,
ha de ser en la muerte de todo lo soñado..

Era el tiempo apacible en que estuvimos ciegos
y ante el abismo de anochecer temblábamos,
ahora ya nada tiene un turbio y desangrado temblor de carne muerta.
Sólo han muerto los ruidos más cercanos al miedo
y los sueños, tan frágiles, que ya no recordamos..

Es la absoluta muerte que se renueva y canta.

(Poema de Heriberto Hernández, Cuba 1964-2012)