Pausa
Y allí viene el silencio
Sobre la cresta de la nube blanca
Que la brisa escurre.
Lo escucho, lo veo alargarse para alcanzar lo profundo.
Ahí va viajando en suavidad algodonada.
No me oye, no me ve.
Solo quiere mostrar su belleza de rostro quieto y labio mudo,
Solo quiere callando, hacer que todos
Pongan pausa a los sonidos.
Solo quiere que alces la vista y veas,
En el pasar de las nubes,
La gloria de un instante callado que estremece.
Habana- Muelle de Luz
Para abuela
Hay un sueño y un desvelo,
Una noche de sombras que en los parques
Mueve obstinada la luz de la luna.
Arboles, bancos, farolas y caminos
Se agrandan, acortan y tuercen en maneras caprichosas.
La brisa trae aroma de infancia:
Galanes, lirios, vainilla y azafrán.
Humo de hojas secas que arden en el jardín al pie del rosal.
Hay una noche que tiene sueño y desvelo,
Olores, sombras, recuerdos,
Luz de luna y deseos de soñar el sueño
De la abuela que tejía abrigos y pañuelos,
Que contaba historias coloridas de Prado y las retretas,
De zepelines, vapores y telégrafo.
Una abuela que viajaba en el tranvía de los recuerdos
Por la Habana de los años veinte
Con sombrero de fieltro, guantes y rostro de ilusión.
Hay un desvelo que tiene el sueño de encontrarse
Con la joven de los ojos almendrados,
Cruzarse en su camino por las calles del Vedado
O sentarse a su lado en aquel vagón
A la hora justa en que de vuelta a casa
Las luces del muelle se iban descomponiendo
En tonos sepias y ocres
Para dar paso al crepúsculo húmedo de salitre y mar.
Hay un sueño que quiere desvelarse
y quedar un poco más en la noche de farolas
Cuando bajo la luna pertinaz que mueve sombras
Atraviesa la silueta de la dama del tranvía,
Escurridiza como una aparición
que se desvanece bajo el halo de niebla de un farol.