el placer de no volar
Una de las confesiones personales que más trabajo me ha costado hacer siempre es que detesto viajar. Sólo algunas personas cercanas lo saben. Nunca me ha gustado viajar, ni siquiera mientras vivía en Cuba y unos pocos podíamos salir y entrar del país. Sé que puede parecer una pose profesional decirlo, un pecadillo lezamiano de…