noticias de la primavera

Paisaje semidesnudo de la primavera, fotografía de León de la Hoz

La primavera llegó despampanante como mi rubia favorita y al mismo tiempo sigilosa y taimada. La sentí enseguida que subí al metro una de estas mañanas recientes. Los cuerpos que me rodeaban sin consentimiento de su clase social o la intención del dueño empezaron a emitir señales de que ya estábamos en la estación de las flores, el amor y el renacimiento. El olor de las axilas de un parroquiano me lo dijo y luego la vasta fetidez de la descomposición de la verduras en el recto de algún vigilante. Si nos fijamos bien casi todos tienen cara de cagones. Las flores no habían empezado a salir y ya los olores naturales nos alertaban de que había que poner buena cara al mundo y la vida llena de alegría y color.

Fuera los abrigos las carnes empezaron a reaparecer y con ellas el deseo. Y antes de que aparecieran las primeras flores en los jardines ya se podían ver las nacientes nalgas de los jóvenes por encima de los pantalones. Ese fue el primer síntoma de que habíamos llegado a la primavera. Luego otra evidencia fue el intercambio de miradas, ese cruce de intenciones o curiosidades que se produce entre los sexos cuando va siendo hora de aparearse. Pareciera que en esta época todo el mundo quiere meterse en la cama con uno, incluso a alguno le gustaría que todo el mundo se metiera en su cama.

La primavera llegaba con sus noticias a contentarnos y los políticos a poner cara de tontos que es el mejor de sus rostros para que les votemos, a pesar de que el desempleo empeora, los precios suben, la alergia al polen nos mata y no vemos que el sol nazca por alguna parte diferente a los cuerpos y el paisaje, aunque es el tiempo de la reaparición de la esperanza. Abril es el mes más cruel, decía mi poeta. Menos mal que aún nos quedan el fútbol, la cerveza, el  Feng Shui y la primavera. Los políticos que nos rodean lo único que merecen es desprecio, la primavera deferencia por crearnos la ilusión. A la hora de votar pensemos si merece la pena.