En Miami también la gente se indigna. Aunque pudiera parecer el último sitio de la tierra donde un hecho así pudiera producirse, no obstante ser la región con más altos contrastes de riqueza y pobreza extremas en los Estados Unidos. Si Florida fuera un país, su economía seria comparable a Corea del Sur, que es la decimotercera economía mundial, y Miami su capital. En 2008, año del destape de la crisis, el PIB de este estado alcanzó más de 744.000 millones de dólares, lo que situaba en el número cuatro del ranking de EEUU. Además, Miami tiene el quinto lugar entre los 20 centros de telecomunicaciones más importantes del mundo. Su puerto es la capital mundial de los cruceros. Está entre los 10 primeros puertos de contenedores de EE. UU. Se calcula que más de 12 millones de turistas la visitan anualmente. También cuenta con la mayor colección de edificios Art Deco del mundo. Y, si fuera poco, la Florida es el sueño de cualquier norteamericano para acabar sus días. Estas son sólo algunas de las lindezas de la capital de Hispanoamérica, todavía, a pesar de que su economía basada en el sector inmobiliario, el turismo y la inversión extranjera, se haya deteriorado sustancialmente. Recordemos que la pobreza en el país afecta a 14 millones de hispanos, el 28,2 por ciento de los 50 millones que hay en la actualidad, y que Miami está constituida fundamente por ellos.
La composición social, la estructura urbanística, el modo de vida, más la tipificación de capital del crimen, la droga y el vacile musical y playero hacen casi un milagro que este movimiento de protesta extendido por gran parte del mundo pudiera tener un allí una burbuja de oxígeno. Sin embargo es así. Yo estuve con ellos y pude constatar que el espíritu de indignados es el mismo que aquel que conocimos en Sol, y los problemas similares. La gran diferencia es que en Madrid fraguó un cabreo generalizado en una sociedad más solidaria, con una politización mayor y diferente. No obstante, muy mal han de andar las cosas para que Miami haya albergado a los pies del edificio de gobierno un campamento de indignados que todas las semanas salen a mostrar su descontento con las políticas, los políticos y el poder omnímodo de los bancos. Son pocos en comparación con los movimientos de Nueva York y Los Ángeles, sin embargo su presencia tiene una importancia enorme en el proceso de cambio de la ciudad y, sobre todo, es un mensaje con un significativo simbolismo para quienes cada cuatro años apelan a los votos de Florida por el carácter decisivo que tiene en las elecciones presidenciales.
Tiene un mérito enorme la organización de este campamento a los pies del poder político del condado, en el downtown, dentro de un parque plantado de flamboyanes y palmeras, casi como si fuera en un lugar imposible de Cuba, junto a algunos de los bancos más importantes, como piedras en los zapatos del poder político y económico de la Florida. Su presencia en los medios se reduce a noticias mal contadas cuando se hacen ver para protestar, los artículos de fondo, el debate o las entrevistas que pudieran mostrar otro rostro diferente del movimiento no existen. La imagen es la misma que recuerdo de los indignados de Madrid cuando empezaron en Sol: apestados. Sin embargo quienes allí están tienen formidables motivos e ideas que defienden y justifican su presencia, por ejemplo, según ellos hay 5 mil soldados de la Florida que al volver de la guerra en otros países no tendrán techo porque habrán perdido sus casas hipotecadas por los bancos. Una legión de veteranos que tal vez no tengan más remedio que ir a vivir en las tiendas de indignados de Miami. Entonces tal vez ya no se les acuse de albergar a los homeless de la zona, uno de los problemas de imagen y convivencia que tienen que enfrentar.
No hay duda que Miami está cambiando y su mejor expresión es la protesta cívica de estos indignados entre los que hay cubanos de prosapia y nacimiento, alguno veterano de los Estados Unidos que no pedían un cambio de régimen, sino una sociedad más justa, equitativa y solidaria frente a la ambición discriminatoria de los bancos en contubernio con la política y la tolerancia de sus representantes. Ni imágenes de Lincoln, ni King, ni Superman, solamente con ideas y un campamento de estrellas. Esta es una de las caras nuevas de la ciudad, posiblemente la menos conocida. Felicidades para ellos en estas fiestas que son todo menos lo que preconizan y mucha suerte para el próximo año, la van a necesitar. Así es.