este año más con menos

Más con menos, foto de León de la Hoz

Ya estamos en un nuevo año. Parece el principio del fin de algo. No del mundo como repiten por ahí, sino del mundo tal como lo conocemos. Mis amigos saben que no soy supersticioso a pesar de que tengo una madrina santera, Babbaniké, pero sí pesimista. Yo puedo pasar por debajo de una escalera, poner un sombrero encima de la cama y vestirme de negro sin que eso vaya a empeorar mi situación. Dicen que es el peor año de todos los que nos quedan por vivir. Sin embargo, no lo creo, habrá peores tal y como puede verse en el diagnóstico y las medidas de los políticos de Europa y, en particular, los españoles recién elegidos. Me gustaría hablar de ello, pero este es el primer artículo del nuevo año y debe ser optimista.

Aunque no es el fin del mundo sino de otras cosas que antes eran de una forma y ahora serán de otra, la gente va por la calle con unas caras muy largas como si fuera el final de todo. Supongo se deba a que nos hemos acostumbrado a vivir en un mundo equivocado de una manera equivocada. Y esto sí se acabó, ojalá sea para siempre. La hipocresía, la estupidez y la avaricia están llegando a cotas de suicidio para la sociedad. El otro día lo dije a un amigo y me preguntó si yo era un moralista. Yo un moralista. No, aunque tal vez sí, viendo que casi nadie practica la moral. No estaría mal un poco de moral y ética individual. Menos mal que soy ateo y nadie podrá ponerme donde no debo. Antes la gente hablaba bien o mal de los demás diciendo que eran buenos, inteligentes, trabajadores, o al revés según el caso, ahora eso no significa mucho. Cuanto más se tiene mejor se es. Nuestro Rey debe saberlo.

No es el fin del mundo, amigos. Y mejor así, porque hay mucha gente que no ha podido ganarse el cielo e iría recto al infierno. Yo conozco alguno. No lo es aunque nos caiga de vez en vez la chatarra del espacio, se deshiele el casquete polar, muera algún poeta o la presidenta de Madrid pague con nuestros bolsillos la publicidad subliminal de los políticos en la crisis. MÁS POR MENOS. Aunque sólo parezca publicidad institucional engañosa sobre el precio del metro, la presidenta se está convirtiendo en la ideóloga de su partido. El mundo no se va a acabar, pero algo se acaba. Los políticos ya anuncian que este año habrá que hacer más con menos. Todos contra el déficit. Más impuestos, restricciones, incertidumbre, pobreza, desarticulación social, delincuencia, tristeza y dictadura de partidos. Menos crecimiento, dinero, inversiones, gasto, cobertura social, salario real, seguridad social y democracia. Más de lo mismo con o por menos.

Yo no creo en ningún dios aunque mis padres se llaman Changó y Ochún porque científicamente me parece improbable, ética y moralmente inaceptable, aunque sea filosóficamente poético. Qué lío, Dios mío. Sin embargo, este año no pongo en duda que lo mejor sea coger algún hábito de confesión e irme a meditar en alguna celda a precio de pan y tiempo. Posiblemente sea mejor que otra celda por entrar mal a un banco, aunque no es mala idea si saliera bien. Ahí lo dejo. Si alguien me secunda espero ideas. Antes de que eso suceda, quiero agradecer las innumerables lecturas –una metáfora alarmante– en el primer año de este blog que nunca se ha propuesto el tráfico como objetivo. Conmovedor. Hecho que me provoca una reflexión sobre los lectores: ¿Estáis preocupados como yo por tanto desaguisado o sois masoquistas? Las dos cosas, ya somos más. Propongo vivir más, con menos, no por menos. Feliz año y buen día de Reyes. Por ahí nos veremos.