Después de la derrota del PSOE en las elecciones generales, crónica de una muerte anunciada por el desastre de las autonómicas y municipales, el partido ha resuelto una introspección para intentar superar la crisis que vive y designar un sucesor. No es la primera vez de la historia reciente, recordemos la sucesión de Felipe González tras la derrota, Almunia, Borrell y finalmente la rocambolesca subida al poder del joven Zapatero. La escenificación y los objetivos son semejantes, los personajes y la escena son otros. Análisis, crítica, camaradería, verbosidad, unidad, renovación y optimismo son los tópicos de cualquier reunión de este tipo, todo según la receta. Esta vez se enfrentan una mujer y un hombre, ambos miembros del anillo de poder más cercano al ex presidente, corresponsables entonces de todo cuanto ponen en duda o afirman, de lo bueno y malo de sus actuaciones gobernantes.
Los dos candidatos, Alfredo Pérez Rubalcaba y Carme Chacón, asisten al proceso con sendas cohortes y programas de renovación. Las dos propuestas de liderazgo del partido son bastante similares. Están llenas de lugares comunes, axiomas y algún error conceptual que pone en duda la existencia de un pensamiento coherente e innovador para una situación que lo exige, además de algunas ideas políticas empalagosas. El primer documento aprobado en la reunión, con la autoría del presidente del tanque pensante socialista, la Fundación Ideas, es un dechado de mediocridad. Lo verdaderamente relevante es el foro de ideas de la plataforma de Chacón que merece adaptaran su continuación al terminar el proceso partidista. Además tiene el apoyo de uno de los políticos más inteligentes y mejor preparados, aunque tal vez no sea el más listo políticamente. Recordemos que Josep Borrell perdió la oportunidad de ser presidente del país porque le temblaba el pulso.
Grosso modo, no está desencaminado el espíritu crítico de Chacón y el análisis de ambos sobre la economía, la sociedad y la geopolítica actual con un dramático retroceso de la izquierda europea, si bien se echa de menos mayor profundidad. Los planteamientos de uno y otro son ideogramas de un partido que no llega a comprender que en las actuales condiciones de crisis, no sólo económica, sino también de valores, sí es necesaria una transformación ideológica acorde con las nuevas realidades. No basta con maquillajes si se quiere abanderar un cambio de partido y además de la sociedad. Además de los errores conocidos del presidente Zapatero, hay una serie de factores de variada índole que dieron lugar a la derrota, algunos son ajenos al PSOE y otros tienen que ver con la política en general y el modo en que la interpretaron. Un verdadero y profundo cambio del PSOE y su relación con la sociedad tiene que venir también de un cambio de la percepción que tiene el partido de sí mismo y de la sociedad. La sociedad ha cambiado, el PSOE no, aunque haya líderes nuevos la burocracia que se institucionaliza en los partidos tiene la facultad de atrapar a viejos, jóvenes talentosos o no. El PSOE no es una excepción. Posiblemente la mejor manera de democratizar el partido no sea extendiendo la influencia del poder ampliando las consultas a las bases, sino quitando poder al aparato.
Los documentos programáticos ignoran que el PSOE contribuyó en gran medida al descalabro de la política y el descrédito de los políticos desde los años en que alentaron la cultura del éxito y la excelencia basada en el dinero y la competividad por encima de otros valores. En otro sentido más recientemente recordamos la enmienda a la Constitución. La izquierda socialdemócrata, sin pensamiento crítico, se metió en caminos que la condujeron a estos zarzales, metió a sus hijos, nos metió a todos. La crítica que merecen sus errores y también los ciudadanos es más profunda, tanto como los cambios que la situación demanda. Si el partido se queda tratando de salvar los muebles de Ferraz, como se infiere de las 38 medidas de Rubalcaba, no sabemos cuánto puede durar esta crisis del socialismo que es política pero sobre todo ideológica. Hay una argumentación política de cómo volver al poder, pero la misma está vacía de una teorización ideológica diferente y con referentes distintos, parece que quisieran salir a cazar amebas con cañones.
Una renovación de calado de la izquierda no puede desconocer los valores sociales y democráticos en los que siempre se ha apoyado, pero también otros sustentados en los cambios sociales de los últimos tiempos, incluso muchos de los actuales habría que repensarlos. Un ejemplo, ¿cómo pensar la renovación democrática, de partido, social o política, si son incapaces de plantearse una renovación de la ley electoral? El oportunismo del favor de que gozan no es honesto, ni ético. Ese sería un buen principio para hacerse creer cuando hablan de cohesión o coordinación social y de la izquierdas. En ese sentido, ni siquiera son capaces de acertar conceptual y políticamente cuando refieren a la clase media como el objeto preeminente de influencia, sin tener en cuenta siquiera el deterioro de la misma en los dos últimos años, según datos de la OCDE. ¿A qué clase media se refieren? Esa alusión en los documentos es deprimente.
Un partido con la vocación social del PSOE no puede andar si no es con el sentimiento y la sensibilidad de los ciudadanos. Las ideas vertidas en los documentos que conocemos hasta ahora lo reflejan a medias. Un ejemplo: no se alude ni se tienen en cuenta los reclamos del movimiento 15-M. En los documentos hay algunas ideas y sentimientos traficados. No es un líder lo que necesita el PSOE, sino liderar con ideas nuevas una restructuración democrática de la sociedad y la vida política y para ello tendrían que empezar por hacerlos ellos mismos, intentar parecerse a lo que la sociedad española necesita. Los viejos esquemas de composición, estructuras y funcionamiento de partido ya nada tienen que ver con lo que exigen los nuevos tiempos. No es con maquillaje, palabrería social y fidelidad; todo lo contrario.
Hace falta un tsunami ideológico que permita erigir una política diferente sobre las ruinas de lo que vemos hoy. Aparentemente los políticos que dirimen la jefatura del partido lo tienen claro, incluso sus correligionarios, sin embargo no parece de la actuación del partido en los últimos años y los documentos que se leen. Todos parecen abducidos por un punto de vista manido y estrecho de lo social y la democracia, tal vez eso es parte de lo que debieran repensar. Parodiando a Clinton, no es la economía, estúpido, es la ideología, aunque los propios socialistas hayan contribuido a su relativización. Tal vez partidos como el PSOE necesiten del viento que mueva las telarañas depositadas por muchos años en esta institución, pero para eso tendrían que abrir las ventanas. De lo contrario el maquillaje de hoy pudiera ser el de un cadáver, de hecho ya lo sería el partido si no fuera por el nicho de votantes rehenes de otros tiempos. Hoy se maquilla el cadáver de un candidato.