La protesta ciudadana que se ha producido como consecuencia de la crisis y el deterioro de las condiciones de vida, pero también de la sociedad civil, está adquiriendo un rostro diferente del que en un principio la acusaron sus detractores. Al revés de cómo pensaban los enemigos y críticos de la movilización social, en vez de acabar, toma múltiples caminos. La horizontalidad puede que sea un escollo para llegar al poder, como ingenuamente han deseado algunos, pero no para consolidar, desarrollar y madurar la visión crítica al sistema. Esto se puede ver en el pliego de sugerencias populares que el 15 M ha colgado de la página web, en las diferentes vertientes de intereses y reivindicaciones que se desprenden del tronco de las protestas y no menos notable es la utilización del arte como medio de expresión de la crítica y la desafección ciudadana, algo que parecía olvidado en los libros de historia del arte.
Documentales, libros nuevos y otros viejos que se reciclan porque toman actualidad son parte de una configuración diferente e inquietante que aporta ventilación al viciado mundo de la producción artística-literaria y su difusión. Los temas sociales que parecían cosa del pasado empiezan a ganar adeptos. La aportación de las nuevas tecnologías es fundamental para que al margen del sistema se propaguen por circuitos paralelos de creación y consumo de obras con un marcado carácter social de testimonio, denuncia y movilización. La propia dinámica es una respuesta a quienes desconfían de las nuevas tecnologías de la información por su supuesta complicidad en la crisis de valores que vive la sociedad. Al mismo tiempo que aumenta la incertidumbre, la confusión y la valoración negativa de la sociedad a la gestión política, se percibe una sensibilidad cada vez más cercana a buscar respuestas por sí misma y al margen de los medios que oficializan la creación y la difusión de los valores del sistema. Que en la feria del libro de Madrid, dicen, el libro más vendido haya sido el Manifiesto Comunista, es una señal más.
La crisis nos trajo estos vientos y cuanto más dure peor lo pasaremos, también mejor será la maduración de la desafección en nuevos valores artísticos y culturales que con buena suerte y la ayuda de Dios volverán a ser reciclados por el sistema, ya que las aguas volverán a su lugar después del diluvio, como me dijera una vez el gran poeta Eliseo Diego en referencia a la Cuba que vivíamos, aunque dejarán nuevos depósitos, amplío. Estas aguas están trayendo otros lodos. La vuelta del arte social es uno de ellos, ya era insoportable el arte de entretener y no sé si ahora también tendremos que aguantar el arte social, una vez más, cuanto más social peor. Con el abaratamiento de la tecnología y la democratización de los medios de producción artística cualquiera puede actuar como artista y eso puede ser el detonante de una epidemia de la nueva ideologización de la creación y el consumo.
De cualquier modo es saludable que la cultura se haga conciencia de un estado de cosas como éste y lo exprese como pueda. Posiblemente estemos asistiendo a un cambio social y de modelo sin precedentes que aún tenemos demasiado cerca para apreciarlo, pero que en la cultura ya empieza a tener referencias, cuando sucede el arte es el primero en sentirlo, como los sismógrafos que sienten los imperceptibles y profundos traumas de la tierra que a nosotros nos pasan inadvertidos.