Está circulando por internet un documento de adhesión conocido como «LLAMAMIENTO URGENTE POR UNA CUBA MEJOR Y POSIBLE» narrado con un dramatismo inusual, supongo que para justificar sus nobles propósitos fundamentados en el patriotismo y los derechos humanos. Al empezar su lectura creí haberme pasado las noticias de que a la isla había llegado la primavera árabe y se hallaba sin gobierno, sometido a una guerra civil que, razonablemente, es uno de los riesgos del deterioro del régimen y su obstinación conservadora de salvar el poder a toda costa. No es menos significativa la apelación urgente, que podría ser la causa de la inmadurez de dicho documento. De hecho no acabo de comprender su objetivo si se sabe de antemano que es papel mojado y gesticulación, no sólo por la terquedad del gobierno, sino porque el propio llamamiento que en su segundo párrafo habla de diálogo sin condiciones, está condicionando con las medidas que implican la pérdida del poder a cualquier acercamiento de los interlocutores fundamentales. Los mismos que pueden poner la mesa y son responsables de sostener la situación que da lugar al documento, aunque no son interpelados. Es normal y comprensible la aparición de documentos similares en el exilio. Forman parte de los anhelos de los cubanos por ver una Cuba libre y democrática, así como también de la frustración que ha relegado esos deseos a un discurso circular y agónico de iniciativas y panfletos de cualquier factura que lamentablemente poco o ningún efecto producen sobre la política y la realidad nacional cubana.
A primera vista el llamamiento, que a mí me llegó sin fuente aunque con una lista de influyentes integrantes del exilio, por ambicioso tiene todos los ingredientes con que ganar el apoyo. El documento se puede leer en su totalidad en el enlace al final.
1- Respeto inmediato a derechos y libertades ciudadanas básicas de conciencia, expresión, información, reunión, movimiento y asociación, derecho a la libre sindicalización, formación de partidos políticos y de organizaciones no gubernamentales y proscripción de toda forma de persecución o discriminación por razones de credo, ideología, raza, género u orientación sexual.
2- Fin de las restricciones a las libertades de movimiento nacional e internacional de los ciudadanos cubanos así como la eliminación del destierro a cientos de miles de cubanos.
3- Liberación de todas las capacidades productivas y de innovación que atesora la nación cubana constituida por todos sus ciudadanos, residan en Cuba o en la diáspora.
4- Adopción de una genuina política de paz y distensión internacional.
Sin embargo, todo hay que decirlo, este sería un llamamiento más, si no fuera también un lamentable llamamiento a la desmovilización ideológica y política como quisieran las autoridades del gobierno cubano de las buenas intenciones, a veces ingenuas, de una parte del exilio. Cuba entre todos, incluso el exilio, pero sin política e ideología en aras del bien supremo de la patria y su salvación. Esta es una de las condiciones que la otra parte promueve. Por defecto, cuando oigo esta asociación de palabras saco mi estilográfica. Yo dudo de que la patria esté por encima de todo, por ejemplo, de mi familia, y no obstante no hay una sola alusión a lo único que nos mantiene salvos dentro y fuera: la familia. Por ningún lado se lee ese juicio de valor que marca la frontera entre el régimen que origina la convocatoria y la democracia como finalidad. La ideología y la política tendrían que ser portadoras de esos valores altruistas que son al final los que justifican el documento: la reconstrucción del país entre todos. Siempre es mejor el altruismo razonado que aquel que invoca paradigmas simbólicos o espirituales propensos al populismo: la patria, la nación, y otros al uso. A día de hoy cada vez son menos los cubanos que creen en lo que ha sido uno de los fundamentos ideológicos del régimen cubano: la patria es aras, no pedestal. No sólo se evita tocar las barbas, sino que incluso nunca se habla de exilio, sino de diáspora, concepto cómodo y desideologizado. A Cuba hay que salvarla entre todos haciendo una crítica y una condena ideológica y política al mismo tiempo que se puedan adoptar medidas de tipo pragmático, indispensables para la reconciliación.
El «Llamamiento urgente por una Cuba mejor y posible», es un conjunto de medidas de carácter ejecutivo que no sólo condicionan un diálogo, sino que tampoco parecen dirigidas a nadie, o sea, a todos, de modo que las posibilidades de que sean oídas son casi nulas. Hubiera salvado este error interpelando al gobierno, a cambio se dice en voz alta para que les llegue, así no tiene más valor que el declamatorio de un poema social. Es un conjunto de medidas que sólo pueden tener éxito transferidas a un poder ejecutivo, en este caso conocedor de que su única forma de supervivencia es el juego diabólico de concesiones y represión como se ha visto hasta ahora. Si el documento hubiera querido tener alguna utilidad tendría que haber incluido, por ejemplo, una alusión para amnistiar a aquellos miembros del gobierno ajenos a hechos de sangre, ya que la aplicación de algunas de esas medidas conllevaría tarde o temprano la pérdida del poder. El documento menciona la cadena pero no al mono que no se dará por aludido, sobre todo porque el diálogo se ha cancelado antes de poder instalar una mesa dedicada a resolver las dificultades que conllevan las medidas. Si ese conjunto de medidas sólo puede ser realistamente aplicable por un gobierno de facto o de jure, no importa su registro, no se entiende que no se diga cómo se puede hacer y tampoco quiénes podrían hacerlo, por ejemplo un gobierno de transición con el propio gobierno actual con garantías. El llamamiento tiene contenido de programa de gobierno y podía haber llevado de lo que carece, si no habría bastado con un punto como el número uno y lo demás derivaba de ése. No está a la vista que el gobierno quisiera deponer su poder sin nada a cambio, así que haría falta una serie de pasos organizativos, negociaciones y compromisos de elecciones y traspaso de poderes en los que la comunidad internacional jugaría un papel fundamental, cosa que la paranoia nacionalista del documento desconoce. No veo a los cubanos garantes de ningún proceso de este tipo.
Lo que menos me gusta de este documento que lógicamente mis amigos se han lanzado a firmar y promover es que no dice nada nuevo y, sobre todo, el énfasis exagerado que hace de la independencia y la soberanía en relación con posibles injerencias de otros estados y gobiernos, como si este fuera el problema fundamental que aqueja a la nación cubana actualmente –casi la tercera parte se dedica a este asunto. Evidentemente se refiere por pasivo y activo a la relación con los Estados Unidos, siguiendo el juego al discurso del miedo del gobierno cubano, que es en realidad el principal escollo para alcanzar una Cuba para todos y entre todos. Puedo suponer que a alguien se quiere contentar o los redactores tienen información privilegiada sobre una intervención norteamericana. La única alusión al gobierno cubano se hace cuando se dice en la introducción que la iniciativa depende de quienes siendo el 1 por ciento de la población “poseen la capacidad real de decisión sobre todos los aspectos de la vida cotidiana de nuestra patria”. Es un documento errático en su concepción, redacción, contenido y fines, por dar un ejemplo en el apartado segundo se pide suprimir los permisos de salida en vez de proponer la libre entrada y salida, la supresión podría significar lo contrario de lo que se desea, o sea, según las leyes actuales nadie entra ni sale. Hay una cosa imperdonable, acaba de morir el opositor Osvaldo Payá en unas circunstancias que aún están por aclarar y no hay una sola alusión al hombre que desde dentro de la isla con el Proyecto Varela puso en evidencia el carácter despótico del régimen. El proyecto Varela es el más relevante y riguroso intento pacífico de cambiar a Cuba desde dentro, paulatinamente y con sus propios instrumentos jurídicos.
Se dice al final que Cuba está al borde del abismo, sí, casi todos estamos de acuerdo, sin embargo lleva así más de veinte años y posiblemente pueda estar otros tantos recibiendo recaditos. Hay mucha tela que se puede cortar de este documento, no tengo porqué no creer en la buena voluntad del mismo ni en la honestidad de sus redactores, pero pongo en duda su eficacia, no de las medidas en caso de que pudieran aplicarse. El llamamiento parece un picadillo de otro documento mal hilvanado, habría bastado menos soya y más carne. Finalmente, cuelgo en mi propio blog el texto íntegro para su consulta.