Gastón Baquero inagotable

Pío Serrano entrevista a Alberto Linares


Alberto Linares (Los Cristianos, Tenerife, 1956), investigador literario y ensayista,  narrador y editor, entre otras pasiones, ha sido un seguidor de las letras hispanoamericanas y, en particular, de la obra de los poetas cubanos vinculados al llamado grupo Orígenes, a cuya cabeza se encontraba la portentosa figura de José Lezama Lima. En esas andanzas origenistas suyas descubrió la figura y la escritura del poeta y ensayista Gastón Baquero (1914-1997) y quedó fascinado por la riqueza y hondura de un autor que reaparecía como un fantasma, hijo de los múltiples avatares que la historia le impuso.

A la larga trayectoria de Alberto Linares como editor de revistas y de la editorial El Lobey, ha sumado desde fecha temprana una meritoria labor de investigador literario sobre la obra de Gastón Baquero. Su primera incursión  se plasmó en el libro Gastón Baquero. Primeros textos (1936-1945), publicado por Cuadernos de Literatura del Ateneo de La Laguna (2001), una selección de textos precedida por un enjundioso y eficaz ensayo preliminar del autor, que sorprendió por su rigor a quienes desde la década anterior ya veníamos rescatando la memoria de Baquero en España, entre ellos el boliviano Pedro Shimose, Alfredo Pérez Alencart, el editor Felipe Lázaro y yo mismo.

En mayo de este año, Alberto Linares  ha presentado dos nuevos libros En uno de ellos rescata dos ensayos de Baquero sobre La Habana y en el otro, un libro colectivo, reproduce una entrevista que, en 1999, le hiciera a Baquero en Madrid, cuyo resultado –Gastón Baquero: la espiral incesante, Cuadernos del Ateneo, nº 7, 1999 fue una de las más incisivas interrogaciones a las que se sometió el poeta cubano. En ocho acertadas preguntas alienta respuestas que revelan su trayectoria vital y literaria, su experiencia origenista, la evolución de su expresión poética, su evaluación del estado actual de la literatura cubana y, como colofón, unas generosas palabras del cubano sobre los viejos vínculos entre Cuba y Canarias.

P. S.


En fecha temprana -1999- usted viajó a Madrid para entrevistar a Gastón Baquero. Sin duda, previamente conocería a los poetas origenistas y a su figura mayor, Lezama Lima. Pero ¿cuándo y por qué le atrajo la obra y la persona de Baquero?

—Supe de la pertenencia de Gastón Baquero al grupo Orígenes por Felipe Lázaro, director de la editorial Betania, quien me procuró la entrevista con él. En ese momento yo dirigía la Revista de Arte y Literatura Taramela, y, de Baquero,  apenas había información. Fíjese en el desconocimiento que había de su obra, que, a mí, profesores de la Universidad, llegaron afirmarme que ya no escribía o que había muerto en Londres, cuando residía en Madrid e, incluso, había publicado ya Memorial de un testigo. Un libro  que manifestaba una nueva estética acorde con la poesía más renovadora de esa época. Pero, ese desconocimiento de su figura y su obra, lo que hizo fue aumentar nuestra curiosidad y decidimos publicar en la revista, la entrevista junto a un amplio monográfico dedicado a su  figura y su obra. Incluida una bibliografía pasiva. Imagínese que disparate, con lo prolífico y controvertido que fue ese hombre, que hasta lo relacionaron con el asesinato de Kennedy.  La revista, por motivos que ni me voy a molestar en explicar, desapareció. Pero continué con el proyecto.

En su entrevista, usted explora con acierto los comienzos de la escritura de Baquero, aspectos de la evolución de su escritura, su relación con Lezama y los origenistas, así como su juicio sobre la literatura cubana actual. ¿Cuál fue la impresión que le dejó el poeta cubano después de aquellas horas del largo coloquio?

—Baquero impresionaba sólo por su propia presencia  física. Esa broma-elogio de que Baquero era la Enciclopedia Británica andante, para mí,  no es exagerada. Tengo que decir que en un primer momento, el poeta me rechazó la entrevista. Mi acceso a la obra de Baquero  lo basé en publicaciones de la época, algunas de muy difícil acceso,  en las que aparecía Lezama por todas partes. Y eso, a Baquero no le gustó nada. Tuve que modificar la entrevista, después de varias conversaciones telefónicas, cuando él trabajaba en Radio Exterior de España. La impresión que me dejó, la reflejé en el título de la entrevista: una espiral incesante de sabiduría.

Posteriormente, en 2001, usted publicó Gastón Baquero. Primeros textos (1936-1945), una recopilación de textos tempranos, algunos de los cuales no se habían recogido en libro. Sin duda un acierto editorial. En sus líneas preliminares usted recorre vida y obra de Baquero, al tiempo que explora los fundamentos de la poética y la estética de su escritura. ¿Baquero le sugirió las fuentes donde usted debía buscar para encontrar los textos que compila? Por sus respuestas, ¿qué impresión le dejó la relación que Baquero establece con su propia obra?

—Baquero no me sugirió ninguna fuente. Conversamos de otras cosas. Toda la documentación que yo tenía, la obtuve abusando de la amistad y  molestando a mucha gente. Sobre todo al dramaturgo, poeta, narrador y ensayista, Antón Arrufat, Premio Nacional de Literatura de Cuba 2000, quien lograba localizar documentación de muy difícil  acceso. Y con datos gráficos manuscritos, que me sugerían preguntas,  luego rechazadas por el poeta, como las relativas al libro nunca editado Comedia de San Jorge y todo lo relacionado con la llamada  mitología del «libro perdido»

Respecto a la relación que Baquero establece sobre su propia obra, él mismo la ha explicado. Rechaza la  idea de evolución creadora. Prefería llamarla “aprendizaje del oficio”. Decía que se encontraba estancado «en la repetición de una fórmula en la que se cambia un poco el traje, el adorno, pero el maniquí, el esqueleto era el mismo». Esa prisión de la que él mismo decía no saber escapar, la veía como un triunfo de la fisiología sobre la estética. Lo explica largamente en mi entrevista, en la que establece una relación bioquímica entre lo que se ingiere y lo que se escribe.

En esa entrevista Baquero se refiere a su temprana relación con Lezama. ¿Cómo definiría usted la relación personal y poética entre Baquero y el autor de Paradiso?

—De una admiración sin posibles adjetivos hacia Lezama. Baquero conoció a Lezama a través del habanero Vidalito Sotolongo y lo explica en un precioso artículo titulado El verso debe caer del ojo como una gota de resina.  Hay muchas anécdotas en torno a sus desencuentros, desde el conocido «usted es un politiquero» que Lezama, enfadado, le espetó a Baquero, hasta la ocasión en que, en una de sus visitas a su casa de  Trocadero, Lezama le dijo a su hermana Eloisa: «Eloi, atiende a este joven que está en la sala porque vale mucho» y Baquero, que era extremadamente susceptible, no aguantó más tiempo del acostumbrado y se marchó. Pero Baquero ha dejado claro, al hablar de Lezama, que hay que distinguir entre anécdota y Categoría. Lo que le importaba de Lezama Lima era la Categoría, la Esencia, la significación de su excepcional obra,  según él mismo ha dejado escrito.

El pasado 20 de mayo usted presentó en la Biblioteca Elena Fortún de Madrid dos libros: Entrevistas a Gastón Baquero (Betania, 2021) y La mítica ciudad llamada La Habana (El Lobey, 2021) que recoge dos textos de Gastón Baquero sobre la ciudad que tanto amó. En el primero, usted recupera la entrevista a la que hemos aludido. ¿Qué lo llevó a reeditar aquella entrevista que publicara en Cuadernos del Ateneo en 1991?

—Cuando se trata de editar algo relacionado con Baquero, no doy un paso sin consultar antes a Felipe Lázaro, amigo y director de la editorial Betania. Surgió la oportunidad de elegir textos para el evento IslAmérica, dedicado a Cuba, y no lo dudé. En ese libro se aborda, desde distintas perspectivas, la trayectoria vital y la producción de Baquero por medio de entrevistas que presuponen un escenario del habla que no se confunde con ningún otro. Esa edición de Felipe Lázaro es fundamental,  indispensable para que los lectores tengan un acercamiento y un conocimiento cabal de la figura del poeta y del grupo Orígenes

En el segundo de los libros presentados en Madrid usted recogió dos textos poco conocidos de Baquero. El primero de ellos «Las dos Habanas. Presente y pasado de una ciudad» publicado en 1944 en la Revista Bohemia, un breve y emotivo ensayo donde el poeta deposita una mirada íntima de La Habana. En el segundo ensayo «La mítica ciudad llamada La Habana», publicado 30 años más tarde en la Enciclopedia de Cuba, un proyecto compuesto por 14 volúmenes, cuyas entradas constituyen verdaderos ensayos sobre historia, geografía y cultura, y en el que Baquero colaboraría en numerosas otras entradas. En la presentación de este libro usted da noticia de la nutrida obra articulista y ensayística, pocas veces firmadas o empleando seudónimos, que Baquero publicó después de su llegada al exilio en 1960. ¿Ha podido usted rastrear algunos de esos textos anónimos o firmados bajo seudónimo? ¿Sabe si existe una suerte de diccionario de esos seudónimos?

—Honestamente, a la primera pregunta, creo que quien debería contestar es  León de la Hoz. Yo tuve el privilegio de conocer a Baquero, pero León pasó incontables horas con él y también fueron incontables los seudónimos que le reconoció. Por otra parte, sí que se ha editado ya en Cuba el Nuevo Diccionario Cubano de Seudónimos con sus diferentes variantes: anagramas, heterónimos, iniciales, etc. Un laborioso trabajo de Jorge Domingo Cuadriello y Ricardo Hernández Otero, donde  aparecen algunos seudónimos de Baquero. Estoy por apostar que faltan algunos que León sí tiene documentados.

La prolongada relación suya con la obra poética y ensayística de Baquero lo ha convertido en un notable ‘baquerista’ junto a los poetas novísimos españoles y al grupo de cubanos y de otras nacionalidades. Su labor ha tenido la importancia de rescatar textos de Baquero poco conocidos. Dígame si tiene prevista la continuación de sus investigaciones en torno en torno a la obra y la figura de Gastón Baquero.

—La continuación de la investigación siempre está en marcha.  El tiempo de su omisión en la historia de la literatura cubana generó una dispersión de su obra que se recupera poco a poco. Ensayos sobre el teatro de García Lorca o conferencias como las que se emitían en el circuito CMQ, dirigido por Jorge Mañach y luego publicadas como Cuadernos de la Universidad del aire, se editarán. No le digo la fecha.


Esta entrevista fue publicada en papel en el suplemento cultural El Perseguidor, del periódico Diario de Avisos, de Tenerife. (17 de julio, 2022).


PIO E. SERRANO (Cuba, 1941), Director de la la editorial Verbum, y ensayista, ha publicado las siguientes obras de Gastón Baquero: Poemas invisibles, Verbum, Madrid, 1991; Poesía completa (1ª ed, -2ª ed. 2013) ed. e Introd., Verbum, Madrid, 1998 y Ensayos selectos, ed. e Introd., Verbum, Madrid, 2015).