la isla entera en pedazos

 

 

 

 

 

Me han caído en las manos tres antologías de poesía. La primera se llama Umocz wargiw kamieniu y está preparada por la conocida poetisa y traductora polaca Krystyna Rodowska. Se trata de una rigurosa selección de 15 poetas latinoamericanos entre los que se hallan Jorge Luis Borges, Ernesto Cardenal, Pablo Antonio Cuadra, Nicolás Guillén, Vicente Huidobro, Pablo Neruda, José Emilio Pacheco, Nicanor Parra, Octavio Paz, César Vallejo y Gastón Baquero. Una bella, sobria y elegante edición que acercará parte de la mejor poesía del siglo veinte latinoamericano al lector de la nueva Polonia.

La segunda de las antologías es la que recientemente publicó Aduana Vieja al cuidado de la poeta Odette Alonso, Antología de la poesía cubana del exilio. Este viejo proyecto cuenta con una hermosa portada de Margarita García Alonso y recoge el quehacer poético de toda o casi toda la diáspora del exilio cubano en su diversa y amplia geografía. Son 155 poetas que sirven para conocer las líneas magistrales de la poesía del exilio de un tirón. Una guía necesaria que esperemos no tenga la autora que seguir ampliando en el naufragio que padece la Isla. Una isla entera a pedazos en el exilio.

La tercera antología que tengo en las manos se llama The Whole Island/La isla entera, de Mark Weiss, publicada por la universidad de California. Se trata de una antología bilingüe de la poesía cubana de Guillén a Marimón que intenta resumir y mostrar al lector de Estados Unidos sesenta años de quehacer poético a través de la obra de 55 poetas. Otra isla entera.

Las antologías son posiblemente uno de los proyectos más dañinos para la salud que se puedan acometer, doy fe, sin embargo también son de los más atractivos sobre todo para los futuros antologadores que encuentran ya parte del trabajo hecho. Yo mismo cuando preparé mi polémica La poesía de las dos orillas me valí en sentido orientativo de las antologías de Felipe Lázaro porque la poesía del exilio estaba poco publicada y dispersa. Me habría sido casi imposible en aquellas condiciones seguir la pista a los poetas de “la otra orilla”. Lo peor de todas las antologías es la inconformidad. Siempre cunde como el pánico, la insatisfacción. De lo único que me alegro de mi antología es de no haberme incluido y de haber puesto un grano de arena en el concepto sano y futurible de la “isla entera”, como llamara así el propio Felipe al libro que preparó con Bladimir Zamora. Una idea cultural y política que se va haciendo realidad, por lo menos hoy día ya pocos se tiran de las barbas por aparecer en un libro junto a poetas que viven dentro del país o tienen diferente credo.

A pesar de los diferentes propósitos de estas tres antologías en mis manos hay algo que las une: lo incomprensible de los títulos. El primero porque está en polaco, el segundo porque no refiere el contenido del libro y debió llamarse “panorama” o algo similar pero nunca antología que no es. Y el tercero porque repite un título muy conocido en las antologías poéticas cubanas. No se puede entender que sea cual fuere la intención del antologador, injustificable en el texto de Virgilio al que alude como fuente de su inspiración, pudiera cometer el error imperdonable de parecerse tanto a otra antología ya publicada. Cualquier similitud entre los títulos no puede ser mera coincidencia. No voy a hablar de las ausencias y presencias porque eso es prerrogativa del autor. Una pifia con cargo al pobre Virgilio.