muerte del libro de papel

Badajo en la mano de Dios, foto de León de la Hoz

Ha llegado el principio del fin del libro como lo hemos conocido hasta ahora. El libro empieza a morir y su agonía acongoja a muchos, tanto a quienes leen basura como a los que no merecen esta angustiosa pérdida y les debemos un pésame. Ese objeto que ha sido motivo de adoración por unos y desdén por otros ya ve a lo lejos la música del ángelus que llama con la voz atiplada que deben poner los ángeles en momentos de anunciación. Otro empieza a encarnar el verbo. A lo lejos hay un coro de plañideras formado por grandes escritores que escribieron con plumas de ganso y oxidadas máquinas Remington.

Su muerte no ha empezado con el libro digital que lo amenaza, sino con las tecnologías que fomentan una cultura nueva del ocio y el entretenimiento ramplón. Medios que hemos dejado de usar para empezar a ser usados por ellos. Y, no menos importante, la pérdida del lector inteligente o macho, como le llamara Cortázar.

La aparición de Amazon en España significa una apuesta global de la transformación civilizatoria que vivimos. La lengua que nos une a más de 500 millones de personas va a recibir un impacto formidable, semejante al que recibió hace más de 500 años con la conquista de América. Esta vez un mexicano-americano con mucho de cubano llamado Jeff Bezos, jefe de la industria cultural más importante del mundo, encabeza la expedición. Llega a España para darle un golpe mortal a lo que conocemos como libro desde Gutenberg hace también más de 500 años. No es una minuta, se trata de la segunda transformación cultural más grande desde que se inventó la escritura. Un Big Bang que transformará el modo de escribir y leer.

El destino del libro está siendo escrito sin él. Ironía y paradoja literaria que le hubiera gustado contar a Borges. Su imagen tradicional y la manera de usarlo muy pronto dejará de ser la que nos acompañó siempre y a la que estábamos acostumbrados. Las bibliotecas, las Alejandrías de papel, perdurarán como museos del conocimiento, el arte y el espíritu de una época en la que fueron la imagen del hombre cuando éste quiso medirse con Dios. El libro pasará a ser un objeto de culto y la cultura de muchos ya no se medirá por los libros que tengan en los anaqueles, sino por el mayor o menor grado de estupidez que acumulemos en los lectores electrónicos o ereader.

No importa que un nuevo libro y un nuevo lector estén naciendo con la muerte de otro. El hombre se va quedando más solo como siempre que muere alguien. Se está convirtiendo en el badajo de una campana muda en la oscuridad. El libro está muriendo, el compañero y amigo que nos habríamos llevado a una isla desierta en vez de nuestra esposa dejará de acompañarnos. Fiel hasta el último aliento y capaz de dejarse la vida en nuestras manos nos abandona para cambiar de vida muriendo, ¡viva!