feliz cumpleaños 15M

Paguen la crisis los culpables, foto de León de la Hoz

Hace un año muy pocos creían que este movimiento social pudiera celebrar su primer año de vida. Yo no acostumbro a escribir acompañado, pero para celebrarlo me acabo de poner el primero de los nocturnos de Chopin, porque es lo que más se parece a esta corriente subterránea que avanza contra el agua empozada donde nos tiene la crisis. El agua lodosa y turbia que sube y amenaza con ahogarnos como si estuviéramos en el hueco de un inodoro, a expensas de que el gobernante de turno tire de la cadena. Aunque algunos quieran convertir el 15M en una ola que llegue, arranque y arrase todo a su paso, lo preferible es que vaya recorriendo y llevando consigo la contestación y la reflexión. Lo quieren así convertir tanto desde la izquierda como en la derecha, los primeros por ignorancia y los segundos para acabar con él.

Ha sido un año en que al estupor producido por la crisis le ha seguido la indignación por la falta de soluciones y el deterioro de la clase política. La situación se ha ido agravando como un enfermo al que le quitan las medicinas para curarlo. La sociedad se ha visto sobrepasada por eventos excesivamente traumáticos en lo político y lo económico. La frustración ciudadana desoída y la enajenación de la clase política han dado lugar a este movimiento de rebeldía pacífica, absolutamente inesperado y sin precedentes que representa la desafección ciudadana sin color político programático, ni estructura tradicional, ni objetivo de poder. El 15M que surgió como un hilo de agua que brota de forma inesperada de la tierra infértil es hoy esa corriente que empieza a humedecer los muros de la democracia sitiada.

Al cabo de este tiempo hay muchas cosas que criticar y elogiar, sin embargo y por encima de todas lo más importante es que haya surgido y podamos celebrar su aniversario. La rebeldía por causas justas y probadas es uno de los hechos menos censurables cuando se hace por vías marcadas por la democracia. Una sociedad sin rebeldes está muerta y sólo es buena para quienes desde el poder de cualquier tipo aprovechan la inacción para medrar. La democracia también garantiza la capacidad de rebelión y la asimilación de la misma como compensación y equilibrio. No hay democracia perfecta, ni siquiera todas son iguales. Contraponer la democracia al derecho de rebelión es un argumento manipulador del poder.

La rebelión es buena para la democracia y una democracia que no sea capaz de tolerar la rebelión como la del 15M está condenada. De hecho no es que el sistema no pueda absorber la protesta, sino que quienes desde el poder ejercen la representación legítima pero defectuosa de la democracia hacen peligrar la adecuación de lo alternativo. Las falsedades sobre el movimiento, los mensajes manipulados y la expresión del miedo expresado en las medidas cautelares y represivas del actual gobierno durante la jornada de celebración del 15M desvirtúan la relación idealizada que nos hemos hecho de la democracia. No sólo es un derecho disentir pacíficamente y formalmente, también es una necesidad, incluso aunque se haga informalmente.

Hay unos que esperan papel y taquígrafa para protestar, otros que no pueden porque lo tiene prohibido y otros que no esperan y dan un grito para hacerse oír, un grito no importa si mudo como el del 15M. Acabamos de ver crecer un año al movimiento, no sabemos si podrá seguir creciendo, depende de ellos, la situación irá cada vez peor. Casi nos hemos acostumbrado, pero recordemos que hace un año fue un acontecimiento que la gente sin importar el credo político saliera a la calle a opinar lejos de los partidos y los sindicatos. Eso tiene un mérito.