Hace unos días de paseo con mi hijo por el Zoo fuimos testigos de una escena que dejó boquiabiertos a unos pocos, que en una hora demasiado tórrida nos atrevíamos a caminar bajo la sombra de los árboles. La foto de este artículo fue tomada ese día y a pesar de su pésimo y lamentable enfoque puede verse el motivo excepcional de la expectación. El tapir es un animal feo y vive casi en el anonimato a causa de su aparente carencia de atractivos. Sin embargo, a pesar de que nadie se le acerca ni siquiera para comprobar si es un rinoceronte enano cruzado con cerdo vietnamita o un curiel gigante hijo de un oso hormiguero, ya que todo eso puede parecer, en aquel momento ninguno de los presentes pudo sustraerse del espectáculo que ofrecía el tapir macho dando embestidas a la hembra para finalmente aparearse. Posiblemente son pocos los que han visto algo semejante.
La primera vez que leí la palabra tapir fue de niño en un libro de Emilio Salgari en el que unos aventureros se zampan a uno, desde entonces siempre he querido sentarme frente a un plato de tapir asado. Hoy está en peligro de extinción y lo veo imposible. Parece mentira que pudiera desaparecer un animal con un genital masculino tan descomunal, eso prueba una vez más que el tamaño importa pero no es determinante. Mi amigo Pepe Rodríguez Feo, en paz descanse, quien tenía una memoria dilatada para recordar con humor ciertos baños habaneros donde un gran escritor norteamericano pagaba por el tamaño, seguramente diría que el tapir no le habría sido buen negocio. Pepe y el tapir me han hecho recordar el día en que mi exmujer llegó tarde a casa porque en el momento crucial de abrir la barriga a un paciente, vieron que era un negro con un sexo tan descomunal que parecía otra persona a su lado y se lo llevaron a una sala para exhibirlo, inconsciente claro. Farraluque hospitalizado, diría el pobre Pepe recordando a su amigo Lezama.
A mí, sin embargo, lo que me trajo a la mente la desproporcionada verga del tapir fue la crisis española. No he publicado otras fotos para no herir sensibilidades, pero mientras el tapir corría contra la tapira, yo pensaba en la situación de indefensión que vivimos frente al poder político, económico y financiero. El pene del tapir es casi tanto como la mitad de su cuerpo y eso es lo que penetra con su descomunal glande hasta el corazón de la hembra. Un pene que ni el mismo macho puede sobrellevar eréctil y lo arrastra contaminado de arena dentro de la hembra para preñarla. Fuera a la derecha de la foto hay una mujer que mira, no sabemos si rijosa o aterrada. Es una metáfora de la crisis actual ver que el estado, pequeño y mal hecho, es incapaz de soportar el peso de sus medidas cada vez más grandes que él, con las cuales espera resolver una situación que ha ayudado a crear. Y cómo nos obligan a disfrutar de una carga que asfixia por su tamaño, unos como espectadores y la mayoría como pasivos. Seguramente esto terminará mal para la supervivencia de cientos de miles de españoles o una especie de los mismos.
El chiste que me ha contado un amigo y reproduzco a continuación viene al caso, habla mucho de una crisis mal enfocada y sus consecuencias. Un poco de risa seria, por favor.
ESTUDIO ESPAÑOL SOBRE LA MORFOLOGÍA DEL PENE
Hace algunos años Estados Unidos realizó un estudio para determinar por qué generalmente la punta del pene del hombre es más ancha que la base. El estudio duró dos años y costó aproximadamente 1.800.000 dólares. El resultado determinó que la punta del pene del hombre es más ancha que la base para proporcionar al hombre más placer durante el acto sexual.
Cuando los resultados fueron publicados, Alemania decidió hacer su propio estudio sobre el tema. Estaban convencidos de que el estudio de los norteamericanos era incorrecto. Después de tres años de investigación y un coste que superó los 2.500.000 dolares, concluyeron que la punta del pene del hombre es más ancha que la base para proporcionar a la mujer más placer durante el acto sexual.
Cuando se publicaron los resultados del estudio Alemán, España decidió realizar el suyo propio. Los españoles creían que los estudios de Estados Unidos y de Alemania no eran correctos. Así, después de casi tres semanas de intensa investigación y un coste de menos de 1000 dólares aportados por el Gobierno, el estudio español concluyó que la punta del pene del hombre es más ancha que la base para evitar que la mano salga disparada y te golpeé en la frente.