Aún no sé en qué momento perdí mi libertad.
Entonces puede que no supiera que era libre.
Tampoco estoy seguro cómo habrá sucedido,
ni siquiera recuerdo quién me la quitaría.
Tal vez fueron más de uno mis carceleros.
Incluso es probable que nunca la haya tenido
y sea el sueño de un sueño de adulto.
Tengo el vago recuerdo de haber sido libre
en algún momento al pasar de una jaula a otra,
de una mujer a otra, de un país a otro.
Como un ladrón que sale por una ventana cerrada.
Creo que fui libre en ese breve viaje igual al viento
que va pensando en su libertad mientras muere
de la copa de un árbol a otro árbol.
Abro viejos cofres de palabras altisonantes
donde la palabra libertad dicen que es un tesoro.
Vuelvo la cabeza en el camino de los cipreses
que conduce al banco de madera donde me espera
al fin el descanso de la libertad.
Y atrás, a los lejos, la noche abre sus paredes
para enseñarme las heces y restos de comida
que me habrán dado para no dejarme morir.
Es inútil, sin embargo algo me dice que existe
y que no voy a poder volver para decir dónde.
Quizá la libertad no sean las alas, sino su sueño,
y su lugar está en nosotros mismos como un retoño.
12 de agosto de 2014 en Madrid.