Lo más relevante de la lectura que se hace de los análisis y la opinión de la prensa sobre Podemos es el paso del miedo al terror. Antes se pudo leer lo mismo cuando el 15M tomó las calles para protestar por las políticas que empezaron a romper la sociedad española y la clase media en particular. Entonces nadie quería explicar seriamente a qué se debía aquel movimiento, se llegó a decir en el colmo de la esquizofrenia que era un arma secreta del PSOE y también se dijo que no, que el arma secreta era del PP, cada una con intención de justificar políticas partidistas. Pero nadie desde la burocracia de los partidos y del Gobierno supieron ver las causas y mucho menos tomaron medidas drásticas y convincentes que hicieran ver a la sociedad que entendían el descontento. El poder puede ser ciego y además indolente, entonces es cuando se hace insoportable.
Hoy se infunde miedo a la sociedad y dicho miedo trasluce el terror del poder desde que Podemos ha empezado a mover sus velas en dirección al centro político de la izquierda, donde el PSOE vivía cómodamente con una mayoría heredada de la transición. Mientras Podemos navegaba desde sus orígenes de extrema izquierda y rebeldía prematura, conceptual y formal, bastaba con poner sobre ellos las luces del teatro político para verlos arder en sus propias doctrinas. Podemos parece haberse dado cuenta de que no se puede gobernar en Europa con la tea incendiaria para apagar el fuego y han adoptado un discurso más racional con una ruta dirigida al centro político que es lugar natural de cualquier tendencia en la democracia europea. Podemos va sumando a la ira inicial y el discurso mitinero de campaña la idea de que realmente pueden gobernar. Eso les hace moverse aún con más inteligencia política y su paso contribuye al desconcierto de sus oponentes.
Sin embargo, cuando podíamos suponer que todos se sentirían aliviados porque Podemos abandonaba sus postulados iniciales se dispara el terror. Antes bastaba con mostrar el currículum comunista de los dirigentes de Podemos y soportarlos como un mal menor, ahora que se visten vergonzosamente de nuevos socialdemócratas hay que matarlos y les disparan con saña. La manera en que los partidos de poder sobre todo y la prensa han mostrado su miedo sirvió para publicitar gratuitamente a Podemos. Ahora que Podemos se apertecha para un largo viaje poco pueden hacer para detenerlo. El miedo en democracia nunca ha sido un buen instrumento sobre todo cuando el mismo no va acompañado de la valentía política para enfrentar eso que lo genera. No es a Podemos lo que la gente teme, sino a las consecuencias de la deformación del sistema que los convierte en víctimas.
El viaje de Podemos al centro va a ser un trauma para el poder. Ya hoy urgan las entretelas de los bolsillos de Podemos buscando un pecadillo cuando nunca han mirado los enormes pecados que motivan el surgimiento de Podemos. Comunistas sigue siendo el peor de los motes no importa que sean de una democracia y que por ese motivo puedan llevar la gorra pero no la estrella. Como si debíeramos temer al Partido Popular porque es portador de antiguos militantes de la dictadura reconvertidos. Los otros si pueden reconvertirse –una de las mejores virtudes de la democracia política es la posibilidad de reconvertirnos y eso hacemos al votar–, Podemos jamás. La derecha española es el mejor ejemplo de que sí se puede viajar desde el extremo al centro. El futuro está abierto, no sé dónde terminará el viaje de Podemos, pero la lucha será encarnizada y ya está dejando sus primeros cadáveres con las recientes elecciones en Izquierda Unida, Madrid.