el último día de la historia

El día que Cuba anunció la ruptura de relaciones con los Estados Unidos.

El día que Cuba anunció la ruptura de relaciones con los Estados Unidos en 1961.

Ayer fue un día histórico para los cubanos, fue el último de la historia, la conocida y repetitiva tanto para Cuba y Estados Unidos como para el mundo. Ha sido más de medio siglo marcado por estas relaciones que ayer empezaron a restablecerse y más de un siglo si contamos la historia desde la irrupción de Estados Unidos en la guerra hispanocubana a finales del siglo XIX y sus consecuencias.

Los Estados Unidos y Cuba han anunciado la reapertura de embajadas diplomáticas, iniciándose el principio del fin de un proceso controvertido y polémico, hoy día descafeinado, que todavía oficialmente le llaman “revolución”, mientras que para otros se convirtió en una contrarrevolución, algunos piensan que es una involución y la mayoría sabe que es una dictadura. Los mandatarios de ambos países han anunciado medidas que mejorarán las relaciones, al margen de la ley del embargo que tendrá que ser cambiada o derogada por el Congreso estadounidense. Ninguna de esas medidas pone fin a la dictadura cubana, pero sí crean las condiciones con esta finalidad y arrebatan al Gobierno cubano el principal argumento de su política: los americanos son los culpables de todos nuestros males. Nadie puede saber cuánto durará este final, ni cómo, pero lo que podemos asegurar es que las cosas nunca serán más como han sido hasta ahora, y que la anterior política estadounidense lo que ha hecho es consolidar un régimen del que muchos medraban tanto dentro de Cuba como fuera.

Raúl Castro en su alocución alude a la necesidad de cambios en el modelo económico y a que deben “aprender el arte de convivir”, dos ideas que revelan lo inevitable del paso que se está dando, así como las consecuencias y el alcance aún desconocido del mismo, aunque este aprendizaje se refiera a la política exterior y no a la interna que diera lugar a una convivencia democrática de la diferencia. Castro sabe que no son suficientes los remiendos a la economía cubana que a la larga terminarán por empobrecer aún más al país. También debe sospechar que el gobierno de Venezuela no es lo suficientemente estable para suministrar el petróleo que la economía requiere a largo plazo. Tampoco desconocerá que la única manera de recuperar la influencia en la región, adaptada a los nuevos tiempos, es subordinándose al nuevo discurso democrático de aquella izquierda de la cual tiene paternidad. Castro sabe que ya no podrá por mucho tiempo continuar con el discurso del aislamiento que tantos beneficios le proporcionó, sus socios en la región abogan por la integración y la integración se ha convertido en uno de los principales recursos. Y en esa integración Estados Unidos todavía es una pieza fundamental.

Probablemente Castro ha creído que las condiciones para este paso ya están consolidadas o en proceso. Internamente se ha rodeado de los más fieles y comprometidos, entre ellos de sus familiares y los familiares de sus más allegados, creando una casta aún más sólida al más puro estilo egipcio que conforma el principal blindaje del poder. Cualquier escenario de cambio, incluso el peor, podría poner a salvo parte de este poder ya sea en lo económico o lo político, como ha sucedido en los antiguos países comunistas. La propia escenificación del anuncio del restablecimiento de las relaciones no ha sido otra cosa que un mensaje interno como parte de la ritualización del poder. Para Castro ha llegado la hora de mover fichas cuando ha creído que los fieles, entre ellos los familiares, viejos camaradas y una nueva generación castrense, han suplantado a aquellos tecnócratas heredados de su hermano que en algún momento fueron considerados los reformistas del cambio posible.

Por su parte, Obama, habrá pasado a la historia por ser el presidente que no sin gran valor cambiará las relaciones con su vecino más cercano, y también por cambiar la correlación con sus vecinos de la región. En política a veces lo menos evidente es lo que más importancia tiene. El reinicio de las relaciones con Cuba son una plataforma para una nueva política y el nuevo liderazgo de las relaciones interamericanas en un momento fundamental para la política exterior estadounidense. Cuba es un peón del juego. Estados Unidos necesita más que nunca reinstalarse en el nuevo contexto de las jóvenes democracias latinoamericanas y no perder su papel moderador cuando estos países adaptan nuevas formas de coordinación a nivel regional y subregional, sus economías se vuelven más competitivas y las democracias aún defectuosas mejoran en estabilidad, haciéndose permeables a economías foráneas que compiten con Estados Unidos. Al parecer Cuba es la gran beneficiada del restablecimiento de las relaciones entre ambos países, pero no es así, Estados Unidos gana no sólo porque Venezuela pierde fuelle en su principal sostenedor ideológico. Obama ha cambiado la perspectiva de hacer la política tradicional basada en valores por una más pragmática de la cual devienen los mismos. Él no lo ha inventado pero la ha reelaborado, ya que no es la primera vez que la política exterior antepone el pragmatismo a los valores.

Como suele suceder cuando hay cambios, estas negociaciones dejan sus cadáveres. Son cadáveres que ya olían. Los principales cadáveres son los extremismos ideológicos. El propio Obama ha aludido a la falacia actual del argumento comunismo-imperialismo que definió a la guerra fría del cual Cuba parece desprenderse. La izquierda latinoamericana que juega al electoralismo ha perdido su principal referente antimperialista, de momento no dicen nada o balbucean. Y los cubanos del exilio histórico o al amparo del mismo gritan la supuesta traición del presidente norteamericano que ha puesto por delante los intereses de su país y el sentido común. Me gusta decir que la política es lo que no se ve, lo decía Martí. Y muchos cubanos hace tiempo que dejaron de saber lo que es la política. Unos sufren el fracaso de la venganza, otros el dolor de ser víctimas y no faltan aquellos que pierden, al igual que el Gobierno cubano, el referente de sus argumentos: la confrontación y su dinámica patriotera. Nadie sabe cuál puede ser la velocidad de los cambios y su profundidad, lo único cierto es que el 17 de diciembre de 2014 es una fecha para la historia que marca un antes y un después de muchas más cosas que aún no podemos prever. Estoy seguro que siempre será para bien de los Estados Unidos y del pueblo cubano, ojalá vivamos para verlo. No puedo saber si será el principio de algo, pero sí sé que el día de ayer fue el último de una época.

Si nos pusiéramos a analizar desde el punto de vista que gusta elegir a muchos: Perdedores o vencedores. ¿Quién pierde en este proceso? No es difícil saberlo leyendo el titular del periódico de época que ilustra este artículo. Debería servir de consuelo a algunos. ¿Quién gana? Todos.