Réquiem por mi amigo César

Hace tres días ha fallecido el poeta, narrador y ensayista César López (Santiago de Cuba, 1933-2020), que por encima de cualquier cosa es mi querido y siempre recordado amigo, perteneciente a un grupo dentro de su generación al que le hicieron padecer la humillación del silencio, que es quizá el peor maltrato al que se puede condenar a un escritor, antes de ser rehabilitados y consagrados por el mismo régimen que los había castigado, sin ninguna disculpa que nos hiciera creer que nunca más pasaría como ha sido luego. Algunos de ellos se marcharon, otros como César permanecieron y casi todos han fallecido.

A César lo dejé de ver hace muchos años igual que uno deja de ver a la familia, cuando junto al país decide llevarlos en la memoria, porque no sabe si volverá a abrazarlos o a pasear por sus calles. Un día le dejé de escribir porque no respondía mis correos, luego me enteré que no los leía porque empezaba a naufragar como un marino sin estrella Polar. Después oí que su casa había sido arrasada por el mar y no volví a saber de él. Aquello fue el fin de la otra vida que tenemos los que nos vamos.

Aquella casa de Malecón había sido el cobijo de la tempestad de la cual todos tenemos una versión, dependiendo dónde estuviéramos o cuándo empezó para uno. Era la isla dentro de la isla, donde César tenía el café de la conversación inteligente y culta que nos hacía conspirar sin plan ni objetivo ninguno, aunque definitivamente era una conspiración por la supervivencia. A esos años bajo el techo casi diario de esa casa debo su amistad que completaba con sus compañeros de generación, viejos para mí en aquella época.

Casi todo lo que había aprendido por las versiones oficiales lo desaprendí en aquellos años en los que la casa de César fue como mi propia casa, otorgándome una visión privilegiada de la leyenda negra que se había tejido sobre las víctimas. La casa donde se desarrolla parte de mi novela como una metáfora de la isla que se autodestruye es esa casa y con la pérdida de ella y de César se me fue uno de los referentes más importantes de mi juventud.

La poesía de César, conceptual y narrativa, que incluso cuando tocaba temas estéticos o líricos parecía haberse vertido sobre una forja medieval, escondía la enorme sensibilidad y el dolor de un hombre con una soledad tan grande que sólo podía soportar tejiendo filigranas verbales, intertextuales y referenciales de connotaciones históricas y culturales que narran parte de la historia reciente como testigo. Aquí dejo una muestra de su poesía, versículo a versículo. Descansa, al fin, en paz. Gracias. Seguimos contigo.

SALMOS Y COMENTARIOS

IX

A causa de la caída de Jehová nuestro Dios buscaré bien para tí.

Y en los mejores lugares habitará las gentes y serán limpiadas de piojos y lombrices, y se abrirá el mar

          y sus playas para todos los negros y mulatos.

Lavarán sus cabezas, destronarán los juegos del azar y los barrios de putas.

Serán organizados bellos campos sembrados de tomates.

Cada vez que aparezca una vieja siniestra se le triturará y en su lugar aparecerá una hermosa

          muchacha, culta y delicada, rubia o morena, pero siempre mestiza.

En presencia de los triunfos, el poder y la abundancia, seremos rodeados por nuestros angustiadores.

Y cada día tendremos más enemigos y aún entre nuestros amigos de hoy serán contados nuestros enemigos de

          mañana y de siempre.

Y el bien consistirá en la abundancia de todas las cosas que son y de las que todavía no han sido.

Y durante un largo tiempo el bien consistirá en el anuncio de la abundancia y de las cosas.

Y el sufrimiento será recompensado.

Y habrá fusilamientos y prisioneros, guerras, comentarios e intrigas.

Y nadie tendrá necesidad de gritar ni de tener hambre ni sed de justicia.

Ni ninguna otra clase de hambre ni de persecuciones.

Y ay de los que establecen leyes injustas, y determinando prescriben tiranías

Y de los que especulan con el poder y la gloria y con las confidencias y con las calabazas, la carne

           y la mantequilla.

Por que todo el que desee sepultar a la ciudad será inmediatamente condenado.

Y la condena consistirá entre otras cosas en volver a la casa para siempre, y en juntarse con los que le

          decían que a ella debían ir.

Y en cada una de las casas estará la vieja multiplicada y sin dientes perpetuamente dictando sus asuntos.

Y a los que se marchen les atormentará el deseo de la vuelta, la picazón de las axilas y el tropezar

          constante de las palabras en una lengua extraña.

Y por eso organizarán invasiones y fracasos y fumarán marihuana sin saberlo.

Y por un tiempo la carne de cerdo será considerada sucia y sólo se podrá encontrar durante los carnavales.

Y las mujeres no se podrán teñir de rubio por falta de colorantes.

Y muchos serán considerados frívolos y decadentes.

Y muchos de los considerados frívolos y decadentes morirán en los ataques y en la defensa ardiente

          de la ciudad

Y nadie alzará los ojos a los montes de donde no vendrá ningún socorro.

Y si llegan por mar serán barridos.

Y si por tierra, en un tren militar, ni siquiera habrá necesidad de barrenderos.

Porque no habrá Adelita para que se vaya con otro.

Sino que cada uno habrá de aceptar su destino cualquiera que éste sea.

Y aceptar su destino no significará disparar cohetes y fuegos artificiales, sino vivir diariamente en la

          agonía y superar todas las deficiencias.

Y algunas veces ser expulsados de los puestos de confianza por falta de confianza.

Y otras veces ser reubicados en los puestos de confianza.

Y habrá un momento en que no se podrá bailar y otros en que sí se podrá.

Y cada uno será libre para comprender la significación y el sentido de la

          casa de Jehová o de las casas de Dios.

Y de todas formas será lo mismo porque nadie se preocupará por ello.

Y dejarán a Dios que se vaya con su música a otra parte (acaso de existir

Dios y de tener acompañamiento musical).

O dejarán a Dios que se quede a condición de que ayude y asista al trabajo productivo, aunque tenga

          que persistir en su costumbre de descansar los domingos y las fiestas de guardar.

Y no perseguirán a las vírgenes porque habrán dejado de existir y no habrá ninguna necesidad de reinventarlas.

Y la fornicación será libre y nadie será acusado por amar furiosamente. Porque no habrá preocupaciones

          ni maledicencias.

Y se leerán todos los libros, tanto los ortodoxos como los heterodoxos.

Y los ortodoxos serán heterodoxos y los heterodoxos ortodoxos.

Y todas las cosas serán vistas y serán hechas por cada uno de los hombres de la ciudad.

Y todos los hombres de la ciudad serán iguales.

Y algunos serán más iguales que otros.

Y vendrán discusiones y polémicas y toda pugna será magnificada.

Pero algunas discusiones, polémicas y pugnas no serán convenientes y menos alentadas.

Y sus propiciadores serán amonestados o declarados conflictivos.

Y muchas cosas perderán su importancia y envejecerán con ridiculez y enorme prisa.

Y aunque exista la casa ya no será un problema ni una necesidad ni una nostalgia.

Porque más acá de los muros estará la vida.

Y la dificultad sólo consistirá en comprenderla, hacerla y aceptarla.

Y se cerró la puerta.