fin de otrolunes

Acabo de escribir y enviar una carta de renuncia a la revista Otrolunes. Con ello doy por cerrado un capítulo de parte de la aventura que cada uno tiene con la literatura y la vida. No creo que los proyectos tengan que continuar a cualquier coste, menos que uno tenga que estar atado a los mismos cuando ha dejado de creer en ellos o cuando se deforman sus cometidos.
Las revistas son proyectos que como todo en la vida tienen un principio y fin que se hace evidente cuando la idea, el espíritu y el entusiasmo de hacer algo nuevo languidecen. Y se parecen a las personas que están detrás de ellos. En Otrolunes he dejado de sentirme representado y no me identifico con su actual línea editorial. Mi ideal del periodismo, de la cultura y de los intelectuales van por otro camino al que le di casi todo mi tiempo cuando empezamos Otrolunes.
Me voy porque uno no puede compartir con quien ya no tiene nada en común y ni siquiera te gusta. Las revistas son como las mujeres que amas, llenan tu vida aunque envejezcan. No es el caso. Hace tiempo que debí dejarla.