OTRO LUNES en el Día de los Fieles Difuntos

Cuando leí las alusiones que hacía de mí el Director General de Otrolunes, Amir Valle, publicadas en la revista Árbol Invertido el día 15 de octubre y reaparecidas de manera íntegra en este espacio, me pregunté como Vito Corleone a qué debía yo tanta cortesía.

Por principio, educación, respeto a los demás y a mí mismo nunca hago alusiones personales, aún menos para poner en tela de juicio a otros colegas, a pesar de haber vivido coyunturas neurálgicas que me dieron el privilegio de disentir con personas de indudable talla intelectual de varias generaciones, no porque yo fuera comparable sino porque estaba en el momento y lugar equivocados. Un ejemplo de ello es que esperé más de 20 años y su fallecimiento para hablar de Armando Hart, elogiosamente, por cierto — y a contrapelo de las opiniones estandarizadas tanto dentro como fuera de Cuba–, sobre el proyecto que en un momento compartió conmigo y al cual renuncié cuando ya se veían estos lodos de aquellas aguas. Enfatizo con cursivas ya que la distinción entre ser echado y abandonar es de un leve y casi imperceptible perfil ético que conlleva la elegancia y que los cubanos deberíamos empezar a recuperar. Así, cuando respondí una pregunta al mismo periodista que entrevista al Director General de Otrolunes, y cuando publiqué la noticia de mi renuncia en mi blog, evité referirme a las personas con las cuales compartí ese proyecto, aún menos a quien fue responsable de la renuncia y a las “interioridades” que la habían motivado. De modo que al leer la entrevista al Director General no dejó de sorprenderme, no sólo por la ingenuidad y el tono de las respuestas, sino porque daba por supuesto que yo había muerto y por tanto no respondería las alusiones. Debo confesar que en un principio me dejé llevar por aquellos que me aconsejaron no pisar el barro, sin embargo viendo que llegaba el Día de los Fieles Difuntos decidí escribir estas acotaciones, que ayuden al lector a tener una idea más completa de lo que dijo el Director General sobre el periodo en que me vi implicado. De eso trata.

Uno se marcha de los proyectos por muchas razones, pero hay tres que son éticas: la discrepancia de cualquier tipo, eventual o sistemática, más o menos profunda y si la discrepancia es de principio o no, también porque las causas de esas discrepancias no sean solucionadas en un plazo y las mismas conduzcan el proyecto a la deformidad, y porque sean tan personalistas que se conviertan en un modo de vida y acaben siendo narcisistas, como terminó la idea plural de la Revolución cubana. Esas tres razones, traducidas en acciones fueron la causa de mi renuncia sin que la misma haya sido por defección como podrá leerse más adelante. De las personas uno se distancia y olvida o las ignora como hice el día que escribí mi carta de renuncia. No por desprecio, sino porque soy un elitista impenitente que detesta todo cuanto fue producido en serie por la Revolución, como los escritores de Talleres que aún se reproducen fuera de Cuba, incluso entre quienes se marcharon por diferentes causas y conservan el sesgo en el que fueron educados y moldeados. De eso habrá que hablar un día. Por otro lado, un viejo como yo evita perder el tiempo con mariconerías o fruslerías gremiales, como le hubiera gustado decir a mi querido Pepe Rodríguez Feo, que alzaba su dedo meñique prensado por un anillo de oro de familia para reafirmar lo incontestable. Así confieso que demoré en presentar mi renuncia a Otrolunes, cierto, pero porque creí que la revista podría mantener una tendencia similar a la que me hizo poner las primeras piedras en ella, las revistas tienen altos y bajos pero incluso en los peores momentos en ellas se pueden notar las tendencias sobre las que elaboran su línea editorial que es la columna vertebral de todo, y eso esperé infructuosamente. Cuando me percaté que en vez de rectificaciones se acentuaban las malas maneras propias de un periodismo que no me interesa y del cual no participé en Cuba cuando, sin embargo, estaba obligado por las circunstancias, me fui.

El otro motivo por el cual esperé en anunciar mi renuncia fue que Ladislao Aguado había presentado la suya adelantándose a mi decisión y decidí esperar para evitar que pareciera una deserción masiva que podría afectar la imagen de la revista. Aquí es bueno que diga que yo no tenía amistad ni compromiso con el Director General, de modo que no tenía ninguna obligación de hacer una renuncia consensuada, ni lo merecía. Mi compromiso era con Ladislao y con la política editorial que habíamos rumiado a la sombra de nuestra amistad. Las relaciones que tuve con el Director General eran únicamente de trabajo, unas veces más cordiales que otras, como cualquier relación contractual pero sin contrato, ni verbal ni escrito, normalmente a través del propio Ladislao hasta que el Director General asumió toda la empresa. Lo único que nos unía era Otrolunes, nunca me ha interesado lo que escribe porque esa literatura no me interesa, ni comparto los intereses, ni la actitud ante la literatura que se reflejaba en la línea que lamentablemente ha desarrollado. Siempre y cuando yo no esté implicado lo que otros piensen sobre la revista lo respeto, del mismo modo que respeto lo que otros hagan, aunque no deje de pensar que hay muchos lameculos en el gremio literario, aún más con la precaria o casi inexistente crítica literaria que catalice, discrimine y colabore en la orientación de la apreciación y el gusto, contra la homogenización de las calidades, la dispersión que caracteriza al actual y atípico exilio y la banalización de los premios con toda la saga de distinciones que se otorgan a diestra y siniestra a través de las editoriales, medios del exilio y redes sociales donde actualmente todo pretende valer, bajo el síndrome de otro igualitarismo similar al que vivió la Revolución pero con signo diferente. De hecho pienso que una de las mejores labores que pueden desarrollar los medios de la Cuba de afuera es marcar la diferencia con aquello que caracteriza la Cuba de dentro, no sólo en cuanto al ejercicio de la libertad, sino también en cuanto a la responsabilidad de cara al futuro del país, ya que no habrá futuro sin esta otra Cuba.

Aunque en las reproducciones que al final de estos apuntes hago de mi carta de renuncia y la respuesta, más la nota en mi blog y el editorial del primer número, se pueden leer tanto mi posición como la del Director General, permitiendo que el lector pueda discernir por si solo, me parece adecuado hacer unas breves puntualizaciones, sin entrar en “interioridades”, que hagan justicia a quienes trabajaron de forma gratuita y voluntaria en la fundación o concreción del “sueño” del Director General, aunque los sueños, sueños son, y podrían engendrar monstruos semejantes a ese que nos hizo renunciar al país donde nacimos. Está bien que uno trabaje gratuitamente en su propio sueño, pero si es el de otro tiene derecho a elegir cuando lo abandona si las condiciones y los propósitos dejan de ser los mismos. Otra cosa merecería llamarse trabajo voluntario con todas las connotaciones que sabemos los cubanos. Estas puntualizaciones se refieren a aspectos que merecen ser aclarados porque aluden al trabajo colectivo que tradujo el sueño del Director General en realidad, aunque en esa misma entrevista se autoproclame fundador y niegue el mismo papel a quienes pusieron las piedras de su sueño, que estaba bautizado pero sin cuerpo. Para el Director General, Otrolunes existió desde el momento en que la pensó y dijo su nombre, según esta concepción evangélica “En el principio era el Verbo, el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios”, todo lo demás estaba contra y fuera de Dios.

Ante todo pido disculpas a las personas que me veo obligado a mencionar porque fueron fundamentales en aquellos momentos iniciales, sin aludirlas puede que sea imposible comprender la concepción y el parto Otrolunes. Seguramente ellas también tendrán una visión que puede diferir de mi vivencia, como yo difiero de la del Director General.

Trataré de no robarme tiempo en cosas que el propio lector puede verificar con una simple contrastación de las cartas, mis alusiones a Otrolunes y las del Director General, más una comparación entre los números en los que participé junto a Ladislao Aguado y los otros 60 años de gobernanza del Director General.

Voy a ser parco:

1, El diseño inicial de Otrolunes, anticuado o no, fue idea de un hombre anticuado, y la verdadera razón, consensuada, premeditada e intencionada, fue hacer una revista que no pareciera una revista digital al uso, de las que se hacen basadas en las plantillas que se pueden hallar gratis o de pago en internet, sino una revista digital que pareciera “de papel”. El propio diario The York Times se hace con una plantilla, retocada claro, que se puede adquirir en internet. De modo que la diseñadora, artista y fotógrafa Ade Castro, trabajó sobre esa idea de manera artesanal y en permanente reflexión con Ladislao Aguado y León de la Hoz. Se diseñó cada sección individualmente, los nombres, los logos, los colores, los faldones, por ejemplo, a partir de una concepción editorial y estética que la diferenciara de cuanto entonces había en el mercado digital. Puede que las estadísticas, que siempre he odiado porque me formé en un país de estadísticas populistas que falseaban la realidad, no nos dieran la razón, pero eso no es ni mucho menos un índice de calidad. Actualmente no hay nadie en el mundo real que no sepa cuál es la verdadera naturaleza de las estadísticas y a qué fines responden, quienes vivan en el mundo digital tal vez. La correspondencia entre calidad y popularidad está en entredicho desde antes que se desarrollara la teoría del gusto, aún más introduciendo variantes como las de mercado y necesidad material o espiritual. Esos sí son datos contrastables científicamente. Lo demás son pamplinas populacheras y demagógicas que sólo sirven a determinados intereses que no son precisamente culturales.

2, Cuanto se proyectó y se hizo fue concebido en total coordinación con Ladislao Aguado, quien aportó hombro con hombro su tiempo, esfuerzo y talento en la concepción y realización de la idea por querer hacer algo diferente cuando la cultura cubana tenía en Encuentro el referente indiscutible de una de las mejores revistas de la historia de la cultura cubana del siglo XX, realizada por algunos de los escritores y periodistas cubanos más relevantes, algunos de ellos todavía en activo. Sin Ladislao hubiera sido imposible efectuar la botadura de la revista y ponerla a navegar. De hecho puedo decir que la línea de Hypermedia Magazine, a pesar de las diferencias con el proyecto de Otrolunes, está más cerca de la concepción editorial inicial de esta última. La única vez que vi al Director General fue para decirle directamente, y con la misma claridad con que le escribí la carta de renuncia, que no tenía ni puñetera idea de hacer una revista ni de periodismo, si hubiera reaccionado como se espera de un Director General allí se habría acabado mi participación en el proyecto. El que calla otorga, se suele decir. Antes sólo lo recuerdo de un acto en Cuba al que me invitaron para entregar diplomas donde él era uno de los talleristas condecorados.

3, La línea editorial que nos propusimos apelaba a la nota editorial aparecida en el primer número, que indica esquemáticamente el derrotero que debía irse cumpliendo progresivamente, en la medida en que las condiciones de trabajo mejoraran, incluyendo la promesa de financiación hecha por el Director General para que la revista se fuera consolidando en el mercado. La nota editorial era una declaración de principios sobre todo políticos, pero las declaraciones de este tipo no son líneas editoriales. La línea editorial que nos marcamos Ladislao y yo estaba más cerca de la actitud de Lunes de Revolución que la de Otrolunes actual. Hoy Otrolunes se parece más a La Gaceta, ni siquiera a la que se hace ahora, sino a la que hizo Luis Marré con Joaquín G. Santana, a pesar de contar en el equipo con escritores de talento y muy buenos columnistas. En síntesis, se trataba de reflejar la actualidad más dinámica desde la opinión analítica, menos descriptiva, y por tanto a partir de la discrepancia como la mejor manera de ser actual en un contexto como el que vivimos los cubanos y los otros latinoamericanos, centrados en las opiniones y las ideas y menos en el “quién”. Se trataba de reflejar “lo mejor” y diverso de la literatura y las otras artes, a partir de lo que la propia tradición imponía, y no por la obligación del gusto estético de las personas involucradas, evitando las cofradías y amiguismos que generalmente terminan en capillas y endogamias.

Algunas de las líneas a desarrollar eran el importante mundo de la plástica contemporánea cubana, la difusión de vídeos que dieran testimonio visual de los autores para ir creando una gran biblioteca de autores y sus ideas, así como dar a conocer a través de la sección Recycle documentos de la historia del pensamiento cubano y universal como una forma de enmendar el silencio y la manipulación de la historia construida por el Gobierno cubano, además de procurar que cada número contara con el dossier de figuras relevantes y trabajos de fondo y de interés, con el objetivo de que la autoridad cultural sirviera al contrapunto que el propio desarrollo necesita en continuo movimiento de negaciones y afirmaciones. En los números que hice con Ladislao y en los que luego participé procuramos marcar esa tendencia sin que hubiéramos llegado a la capacidad que pretendíamos. Recuerdo las formidables grabaciones que se hicieron a Zoe Valdés en París y a Roberto González Echevarría en Madrid, el mismo dossier a Roberto, la entrevista en su casa de Madrid a Plinio Apuleyo Mendoza, a Sergio Ramírez en la Casa de América, a Luis Alberto de Cuenca en su casa, coordinado por Javier Vázquez como Director Ejecutivo, y a Chus Visor, a Ricardo Piglia y a Jesús Díaz por citar algunos de memoria.

Las estadísticas que realmente importan para desarrollar una política editorial son las que responden a estas preguntas: ¿Cuántos temas se reiteran y cuántos son carenciales?, ¿cuántos abordan las problemáticas de interés actuales e históricos?, ¿cuántos de alejan de los fundamentos de la revista y sus objetivos?, ¿cuántas firmas se reiteran y cuántas están ausentes?, ¿cuántos géneros están representados a favor de la diversidad? De las respuestas que se den a estas preguntas para cumplir los objetivos editoriales podría extraerse la naturaleza del proyecto en su conjunto que, aún más importante, deben imbricarse íntimamente con el Qué, el Quién y el Cómo que reportarán un cuadro mediante el cual poder organizar cualitativamente y a plazos el desarrollo de la publicación periódica. Yo he tenido que echar un vistazo sobre Otrolunes para verificar y corregir el criterio que tuve para renunciar, y debo decir que me quedé perplejo, de aquella publicación primera solo quedan los nombres de secciones. Me pregunto: ¿dónde están los grandes eventos que han de ser reflejados por el periodismo cultural como pueden ser el aniversario del “Caso Padilla” o los intelectuales, escritores y artistas que en pasado mediato e inmediato han destacado por su obra y trayectoria? Pienso en Zoe Valdés, María Elena Cruz Varela, Luis Manuel García, Belkis Cuza Malé, Manuel Díaz Martínez, Wendy Guerra, Nestor Díaz de Villegas, Carlos Espinosa, por solo mencionar algunos al vuelo de los tantos nuevos y menos nuevos escritores cubanos, sin contar otros autores de teatro y las artes plásticas con una obra sólida o prometedora. ¿Cómo es que no hay trabajos de homenaje a Rafael Alcides, fallecido hace un año, cuando ha sido uno de los pocos ejemplos de intelectual ya hecho que renunció a todo desde dentro, además de que es uno de los más importantes poetas del siglo XX cubano? ¿Y Alberto Rodríguez Tosca? ¿José Mario? ¿Jesús Díaz? Son muchos los ejemplos de negación de vivos y muertos. ¿Olvido, vagancia, imprevisión, falta de visión periodística o de una política editorial que no esté basada en el conveniencia del espejo, como diría Lacan?

La visita a Otrolunes me ha permitido corroborar lo que me temía cuando la abandoné. La propia imagen de la revista es autocomplaciente y demerita los enfoques de los trabajos más serios con la imposición de esas imágenes gigantescas, excesivas, colosales que desbordan el plano natural como en las revistas pornográficas donde están justificadas. Miremos por un momento esas fotos enormes de los autores, leamos la reiteración de firmas intrascendentes, incluso en un mismo número, pecados de política editorial, no pecadillos. Lo cierto es que es mucho más interesante leer ciertos blogs que Otrolunes aunque las universidades, que son en su mayoría un cementerio de mediocridad, se vean obligadas por su propio sistema de meritocracia a tener en cuenta la participación en las publicaciones periódicas y contar con ellas en sus fondos. Nunca más había vuelto, ni siquiera cuando publiqué en mi blog el trabajo El corazón del rey, una polémica inútil que fue reproducido en el número 39 de Otrolunes, a raíz de una polémica que nunca debió producirse, y que en cualquier lugar del mundo le hubiera costado el puesto a su Director General, si Otrolunes no fuera el mismo Director General, mutatis mutandis. Me alegro de que el Director General me haya dado la oportunidad de compartir estas impresiones, y le agradezco como me decía Gastón Baquero que debía hacer siempre, incluso cuando el agradecimiento no fuera merecido. Los viejos no siempre tendrán la razón, pero es bueno tenerlos en cuenta hasta para no estar de acuerdo.

Finalmente, por alusión me tomo la licencia de una nota personal. Mi experiencia como “revistero” solo pasa por haber transformado y actualizado La Gaceta de Cuba que recibí de manos de Nicolás Guillén y un cenáculo de mediócratas. Eso sí, mi formación fue con algunos de los mejores “revisteros” de antes y durante la Revolución. A esa Gaceta renuncié por motivos similares a los que me obligaron a hacerlo de Otrolunes. Renuncié en consecuencia con una actitud que me parece la más apropiada con cualquier tipo de proyecto, la propia situación que vive Cuba tiene que ver con el narcisismo con el cual se identifican gran parte de los cubanos, incluso fuera del país. Los perfiles de las revistas se parecen a quienes están al frente de ellas, populistas, elitistas, personalistas, endogámicas, complacientes, narcisistas desde el punto de vista sociológico, y buenas, malas o mediocres por su calidad, y lo demás es para los géneros y las temáticas donde se expresen. La trascendencia de los libros y los autores, es algo que nadie puede controlar y no se debe a las estadísticas que sólo expresan parcialmente la verdad, la historiografía literaria explicita bien esta suposición, lo único que puede estar bajo el control de un escritor y una persona es la actitud, eso lo aprendí en mi infancia en un barrio santiaguero cuando no sabía que acabaría dedicándome a garabatear libros. Lo realmente importante para las personas que nos quieren es lo que uno sea y no lo que aparente ser o sueñe ser, la actitud es el mejor de los cortafuegos frente la estupidez, sobre todo cuando la misma obedece a una idea exagerada de uno mismo. Cuando pasé esta tarde por Otrolunes vi un cadáver adornado con epítetos que es lo primero que se enseña a suprimir en esos engendros que son los talleres literarios o escuelas de escritores, y me dio pena, era un cadáver enorme, inflado como esos muñecos de goma donde los niños depositan el aire con su baba. Y pensé que la libertad no es una condición per se cuando las personas no han podido sacarse el aire que le pusieron dentro. Los cubanos debemos hacerlo.

Eso es todo, por ahora, voy a pintar un ángel, a borrar mi nombre del sueño del Gran Director, y a recargar mi estilográfica.


Todos los documentos que aparecen más abajo son copia de los originales:

Carta de renuncia de Léon de la Hoz a Otrolunes, Respuesta del Director General, Nota de aviso de la renuncia en el blog de León, y editorial aparecida en el primer número de Otrolunes.

Carta de renuncia a Otrolunes de León de la Hoz.

10 de mayo de 2012.

 Estimado Amir:

Te escribo este correo que por su asunto no ha de extrañarte, ya que como sabes he sido todo cuanto críticamente pude ser según mi propio concepto y experiencia de lo que debía ser la revista, incluso a riesgo de la propia relación. Sin que por ello la dejara de apoyar, sobre todo tu tarea de Director General cuando asumiste ese papel. Sé que no es tarea fácil y está llena de sinsabores, dudas, errores y decisiones que a veces no son necesariamente las que uno quisiera. He tratado de comprender y esa es una de las causas de que haya demorado esta decisión –quizás demasiado–, a la espera de cambios que lamentablemente no se han producido aunque se haya lavado la cara de la revista.

Mi renuncia es inevitable porque hay cosas que escapan a mi comprensión y hacen de la revista una idea ajena a la que nos unió. Las revistas son proyectos que ganan o pierden según la personalidad y la cultura de quienes la hacen, en el actual periodo de Otrolunes no me siento representado, ni identificado y menos me siento capaz de representar el criterio de la revista. Mi propio ideal del periodismo, de la cultura y los intelectuales nada tiene que ver con esta otra revista Otrolunes y me sentiría avergonzado de seguir en algo que yo no pudiera defender.

Los detalles de cómo creo que ha derivado la revista los conoces de mis propios juicios y no me parece conveniente hacerlos públicos por respeto a tu proyecto, no obstante si hiciera falta y si con ello pudiera ayudar a Otrolunes puedo reiterártelos cuando estimes oportuno.

Así doy por terminada mi colaboración, con los mejores deseos para ti, la revista y su equipo de trabajo.

Un abrazo,

León.

 

Respuesta del Director General de Otrolunes, Amir Valle, a la carta de renuncia de León de la Hoz.

11 de mayo de 2012

Querido León,
como bien dices, no me asombra tu mensaje, simplemente porque hace ya unos cuantos números tu alejamiento era un hecho concreto, ya que, como bien sabes, tu función como Director Editorial se limitó solamente a enviarme algún que otro trabajo en algunos números (en otros ni siquiera eso) y a tu columna que, como también recordarás, siempre enviabas  el último día luego de que yo te insistiera.

Comprendo, y acepto tu decisión como algo normal. La revista ha cambiado, es cierto, y mucho, desde el número 4 (que seguro recuerdas salió luego de casi un año de agónica espera porque tú no podías seguir haciéndolo). Fue entonces cuando yo decidí retomar el timón de OtroLunes y lo he hecho hasta hoy a lo largo de 4 años y 20 números. Obviamente, como hemos hablado, teníamos diferencias de concepto, pero la revista que ahora ves está muy cerca, en formato, visualidad y temas, del proyecto original que yo creé en el 2005 y le propuse a Lalo y Jorge Félix en octubre de ese año, meses antes de tu entrada. A tu entrada junto con Ade se hicieron adecuaciones (que tampoco a mí me gustaban, pero acepté como parte del equipo, aunque muchos de esos cambios se distanciaban bastante de la idea original). Es decir, ha sido un proceso complicado, encabezado por tres personas de puntos de mira bien distintos sobre un mismo proyecto. Y, como ya he dicho en otras ocasiones, agradecí mucho tu aparición porque si tú no hubieras aparecido con Ade la revista hubiera aparecido mucho después a aquel mayo de 2007, porque lo que sí yo tenía claro era que iba a aparecer porque yo soy así cuando tengo un sueño (quienes me conocen bien, lo saben).

No creas que no he tenido en cuenta tus sugerencias y que las hemos ido valorando a lo largo de estos años. Pero como tú bien dices, la función de un Director es lanzarse, probar caminos y equivocarse, sobre todo si dependes de nuevos lenguajes que cambian cada vez con más facilidad y frecuencia. Es posible que los cambios a ti no te gustaran, no se acoplaran a tus criterios, como bien dices en tu carta y en tu blog, pero yo, como Director General, me debo también a lo que piensa el resto del equipo y a los resultados.

El resto del equipo cree que estamos haciendo una buena revista. ¿Y los resultados? Un ejemplo: De aquellos mil y tantos hits que tenía la revista en los números que dirigiste, hoy superamos los treinta mil hits por número (más del 60 % son del sector académico de Estados Unidos), llegando a tener algunos números más de cuarenta mil (los dedicados a Jorge Volpi, Luis Alberto de Cuenca, José María Merino y Javier Vásconez). Otro ejemplo: Toni ganó en el 2011 el segundo Premio al Mejor Diseño de Revista Cultural en Internet en el IV Encuentro de Jovenes Diseñadores de Alemania, durante la Feria del Libro de Frankfurt y gracias a ese premio y a trabajos de diseños como el de la revista lleva poco más de seis meses trabajando en una importante empresa de diseño digital de web acá en Berlín. Otro ejemplo: en mayo de 2010, durante el I Encuentro de la Palabra en Puerto Rico, en las sesiones dedicadas a la influencia de las nuevas tecnologías en la literatura, OtroLunes fue mencionada como una de las cinco mejores revistas culturales de internet en lengua española en panel integrado por especialistas de Estados Unidos y América Latina (que me conocieron allí pues jamás habían tenido contacto conmigo). Eso sin contar los elogios públicos y en mensajes privados de unos cuantos escritores latinoamericanos y de profesores e hispanistas de universidades de Estados Unidos y Europa. Por cierto, otro índice del impacto que vamos teniendo es que en cada número tengo que escribir al menos cinco cartas oficiales por su colaboración a profesores universitarios que me piden les envíe esa constancia pues la necesitan para enviarla a sus jefes (y ya conoces bien ese sector, si una revista no es considerada de importancia, simplemente no vale de nada publicar en ella). Finalmente, luego de que leyeran tu anuncio de renuncia, he recibido mensajes de dos de las personas que tú conseguiste como colaboradores haciéndome saber que ellos quieren seguir colaborando con la revista.

Lo que quiero decir con esto, León, es que ante cosas así uno se siente algo conforme, aunque nunca satisfecho con lo que hace y, siendo sincero, estos índices y otros más «burocráticos» indican que la revista va cumpliendo una función importante.

De todo esto lo único que siento es una cosa. Cuando Lalo me hizo saber su renuncia, me envió la carta que publicaría y me pidió que, para evitar los chanchullos tan usuales en nuestro mundillo, la leyera y le dijera si yo creía que así se evitarían esos malentendidos. Eso, que es algo innecesario según la norma y la independencia que tenemos cada uno, me pareció una prueba muy grande de su confianza en nuestra amistad y me demostró un verdadero interés en no empañar en nada un proyecto del cual se apartaba. Lamentablemente creo que lo que publicaste en el blog pudo ser escrito de otro modo, diciendo las mismas cosas y esclareciendo tu postura de un modo mejor. Esa nota sobre tu renuncia a OtroLunes está llena de frases y escrita en un tono que hace pensar que entre nosotros existe enemistad, guerra o cosas así, para no hablar de que muchas frases apuntan a que la revista se ha deformado. No me parece un texto justo con el esfuerzo que he hecho y han hecho otros escritores miembros de la revista para colocar a OtroLunes en el sitio en que (para bien – según nosotros o para mal – según tú) ahora está. Y no me parece justo, como dije antes, porque ya desde el número 3 tú te viste forzado por razones personales a «no estar», entretanto otros escritores de tanto o más nivel intelectual y prestigio que nosotros (los directores) siguieron moviendo contactos, consiguiendo colaboraciones, promocionando la revista, proponiendo y hasta trabajando directamente en las adecuaciones tecnológicas que mantuvieran la revista en un buen nivel de competitividad y modernidad.

En lo personal lamento mucho esa nota porque aunque sé que existen entre nosotros diferencias de criterios, de puntos de mira y de credos, como debe y como suele ser, al menos de mi parte, mi respeto y afecto hacia ti como intelectual y ser humano sigue existiendo.

Va mi abrazo

Amir

Lic. Amir Valle
Escritor y Periodista


Nota de León de la Hoz en el Blog de león donde avisa de su renuncia a Otrolunes.

10 de mayo de 2012

 Acabo de escribir y enviar una carta de renuncia a la revista Otrolunes. Con ello doy por cerrado un capítulo de parte de la aventura que cada uno tiene con la literatura y la vida. No creo que los proyectos tengan que continuar a cualquier coste, menos que uno tenga que estar atado a los mismos cuando ha dejado de creer en ellos o cuando se deforman sus cometidos.

Las revistas son proyectos que como todo en la vida tienen un principio y fin que se hace evidente cuando la idea, el espíritu y el entusiasmo de hacer algo nuevo languidecen. Y se parecen a las personas que están detrás de ellos. En Otrolunes he dejado de sentirme representado y no me identifico con su actual línea editorial. Mi ideal del periodismo, de la cultura y de los intelectuales van por otro camino al que le di casi todo mi tiempo cuando empezamos Otrolunes.

Me voy porque uno no puede compartir con quien ya no tiene nada en común y ni siquiera te gusta. Las revistas son como las mujeres que amas, llenan tu vida aunque envejezcan. No es el caso. Hace tiempo que debí dejarla.


Enlace a la entrevista a León de la Hoz donde alude a Otrolunes, aparecida en Árbol Invertido y en este blog: https://leondelahoz.com/2019/08/05/nunca-he-escrito-para-los-criticos-los-premios-ni-los-lectores-entrevista-a-leon-de-la-hoz-2a-parte/


Editorial de Otrolunes aparecida en el primer número donde se exponen las líneas maestras de la revista.

Mayo 2017, no1

Nace Otro lunes sobre la certeza de que el ejercicio del pensamiento es un acto de escrutinio; de que cualquier análisis viene condicionado por las verdades posibles y los compromisos ideológicos, religiosos y personales que nos tipifican como individuos, incluso, allí donde el ateísmo, la indiferencia o el desencanto ocupan el enfoque.

Por ello, nuestra única exigencia se limita a apoyar los actos de libertad y verdad, si bien esta puede ser diversa, paradójica y relativa. Apoyar al autor que, a través de sus juicios, opta por el riesgo de la sinceridad mediante la negación de las censuras a la libertad de expresión, aun cuando su verdad pudiera ser amarga, hiriente o molesta, incluso cuando no compartamos la idea y el modo de expresarla.

Cada número de Otro lunes pretende ser una afirmación de las libertades intelectuales, como parte del preciado y riesgoso ejercicio de la libertad personal que ha de caracterizar a las sociedades actuales, especialmente en un país como Cuba. Somos una publicación independiente y nuestra política editorial sólo está delimitada por las exigencias de la honestidad y el mérito de cada autor y cada trabajo.

Aunque su nombre es una clara referencia a Lunes de revolución, el suplemento cultural dirigido en La Habana por Guillermo Cabrera Infante, a comienzo de los años sesenta, Otro lunes es Otro y no queremos que se nos identifique con aquel, si no es por el espíritu de libertad, modernidad y vocación cívica y universal que mostró en un contexto extremadamente complejo y difícil para congeniar ideología con libertad y transgresión estética. Ninguna doctrina nos remite a ellos, tampoco ningún credo cultural o estético y sí el homenaje a la idea que lo hizo posible y que hoy alcanza nueva vigencia.

Entre un Lunes y Otro media la distancia de cuarenta y seis años de dictadura en Cuba, de múltiples disidencias y escamoteados pactos, de esperanzadas luchas e irresolubles frustraciones de más de una generación que ha vivido de una tradición histórica y cultural cercenada, de un presente teñido por las medias verdades de logros sociales relativizados con el totalitarismo y un futuro tan lejano para la patria que parece inalcanzable hasta con la muerte. Media también el desarrollo de una cultura que como nunca antes reinventa su isla fuera del país, lejos de su centro.

Sin embargo, al cabo de tanto tiempo siguen aún vivas las causas y los protagonistas que firmaron la defunción de Lunes y con ello la posibilidad de una historia diferente, más acorde con nuestra tradición cívica y cultural. Ni siquiera hoy, al cabo de tanto tiempo, se ha permitido un análisis de aquellos momentos trascendentes para la historia del país y de lo que posiblemente fue el suplemento cultural más importante de esos años en hispanoamérica.

 Otro lunes nace creyendo en la posibilidad de empezar otro lunes lo que no se pudo terminar un domingo, en el cambio de las cosas, de las personas y sus opiniones. Agradece el espacio ganado por otras revistas, con las cuales establecerá el imprescindible puente, convencidos de que en los ámbitos de la Cultura Cubana siempre será honesto y necesario reconocer a los que sembraron antes y sumar ese esfuerzo al propio para otorgarle a la Cultura, entre todos, su condición de espacio plural y de genuinas libertades.

Los escritores e intelectuales que inauguran esta publicación y los que vendrán darán fe de la pluralidad a la que pretendemos. Los temas analizados y las opiniones planteadas responden al libre juicio de sus autores y a nuestra intención de hacer de Otro lunes un lugar de nobles e inteligentes confluencias o desencuentros.

Sean bienvenidos.