Manolo vuelve a darnos un libro

Manuel Díaz Martínez ha vuelto a publicar un libro de poemas y eso siempre es una noticia que se debe celebrar, es lo que quiero hacer al escribir esta reseña de mi alegría porque nuestro amigo vuelve a poner una vez más un libro a disposición de sus lectores, aunque nuestro querido Manolo ya no esté físicamente entre nosotros. Se trata de Cuaderno de rimas (Ediciones Furtivas, 2023). Un libro organizado por él mismo con la ayuda de su hija Gabriela, también escritora, cuando la enfermedad ya lo había condenado a muerte.

Es un libro hermoso, que parece nuevo a pesar de que sus poemas ya están en otras ediciones, y aunque los hemos leído no dejan de sorprendernos como si los leyéramos por primera vez. Esa es una de las virtudes de este libro que fue presentado vía internet con la presencia de la directora de la editorial, Karime C. Bourzac; el crítico, profesor y estudioso de la poesía cubana, Jorge Luis Arcos, que escribió el prólogo; y el poeta Alejandro Querejeta Barceló, quien se ocupó de las palabras de contraportada.

Hoy cuando tanto abundan las autoantologías, seguramente porque la poesía importa poco y casi nadie se ocupa de pensar en ella si no son los propios autores, a quienes muchas veces les puede más la vanidad que la calidad, es de agradecer que sobrevivan los poetas, y quienes quieren estudiar, discriminar, jerarquizar la poesía, publicarla y leerla. Eso agradezco a esas tres personas y a Manolo por esta antología. Definitivamente, la poesía como forma de expresión y modo de sentir nuestra presencia en la tierra es lo único que sobrevive en estos tiempos donde la vulgaridad se vuelve trascendente y doctrinal.

Este Cuaderno no sólo nos permite leer otra vez excelentes poemas de Díaz Martínez, sino que también nos deja palpar la sensibilidad de un poeta que se decide por unos textos y no por otros cuando sabe que ese es el legado de su última voluntad. Ese matiz no es el de una elección cualquiera. Nunca sabremos del todo porqué el poeta en estas circunstancias decide seleccionar unos poemas con prioridad sobre otros, aún cuando los otros poemas son de una calidad similar o superior. Dicha selección y la organización de los poemas nos aportan un perfil creativo de especial significación, añadida a la que en sí misma tienen los textos, no importa si son aquellos en los que la ironía es la finalidad o los que el sentido existencial del motivo permanece intacto o cuando se deja usar por la vis sarcástica del autor.

La poesía de Manolo, que pudiera parecer un paisaje poblado de farolillos tristes por la preeminencia de la memoria y la muerte, es todo lo contrario, y aunque los recuerdos tienen un peso significativo en sus motivaciones, la reflexión existencial sobre lo que puedo haber sido desarma el sentimiento de nostalgia para convertirlo en homenaje a personas y cosas que no están, en la cual el recurso de ubi sunt deja de ser lo que fue y se transforma en una indagación sobre el propio ser y destino del poeta. La fina ironía con la que suele tratar asuntos y temas de grueso trazo constituyen el sello de identidad de su self, como gustaría decir a un psicoanalista, también una particularidad dentro del conjunto de su generación poética y un desvestimiento del ropaje de la presencia de la poesía clásica española de la que es deudor.

Entre los muchos valores que podemos subrayar de la poesía de Díaz Martínez está esa capacidad de mirar la muerte, la eternidad, el tiempo ido y recobrado a través de hechos, paisajes y personajes mediante los cuales él mismo se muestra “como todo hombre normal”. Este libro no es la antología que yo hubiera recopilado de Manolo, pero además del valor que tienen en sí mismos los poemas, le acompaña la cualidad de una selección hecha por el propio autor que quizás por mostrar un poco de todo y rimado ha dejado fuera poemas inolvidables de una generación, si bien la selección es una muestra impecable de aquello que he apuntado como rasgo distintivo de la poesía del autor.

Manolo no era de esos que suelen decir que los libros son sus hijos, menudos padres a veces. Manolo tenía sus hijas que adoraba. No obstante en sus libros y en estos poemas está su vida y todo cuanto amó además de la forma en que expresaba ese amor donde siempre se hacía notar. Cuando leemos estos poemas que están en su obra anterior, volvemos a descubrir el valor que tuvo para Manolo aquello que amó y que hizo de él no sólo un buen poeta, sino también un hombre bueno que pasó íntegro la línea del horizonte con “un leve rasguño en la solapa”.

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