QUERER LO QUE TENEMOS / por Cesiah Hernández

Cuando uno no tiene lo que quiere, debe querer lo que tiene.
Sigmund Freud

 

Escuchando diariamente las noticias acerca de la expansión del COVID-19 en los países donde la pandemia en más fuerte, las cifras de enfermos, muertos, recuperados, y pensando en los trastornos de la gente obligada al confinamiento, como consecuencia de haber abandonado las rutinas cotidianas que le hicieron perder aquello que le producía satisfacciones en el mundo de afuera, donde hallaban las retribuciones a sus esfuerzos laborales, estudiantiles y de todo tipo, vuelvo a encontrarme con una frase del gran psicólogo Sigmund Freud, que dice: ¨Cuando uno no tiene lo que quiere, debe querer lo que tiene”.

Está a prueba la capacidad de convivir con nosotros mismos, con la familia, con los vecinos, y más allá de las fronteras la de los países aunque sean amigos. Enfrentamos cambios en nuestra manera de interactuar con el medio natural, social y económico, y familiar, nada es ya igual a la vida que estábamos acostumbrados a vivir. La prisa por salir de casa, ir al trabajo, y cumplir con obligaciones relacionadas con el presente y el futuro se hacían con una queja constante de no tener tiempo para dedicarle a nuestros hijos en particular y la familia en general. Vivíamos bajo la imposición de las responsabilidades de afuera. Hoy ya no es así y no dejamos de sentir cierto desconcierto y a veces zozobra por el modo en que estamos viviendo y para el cual no estábamos preparados. De pronto con esta pandemia resulta que tenemos mucho tiempo dentro de nuestras casas, demasido tiempo para pensar y comienza el miedo y la incertidumbre por lo que pasará y cómo saldremos de esta prueba.

Ahora dependemos de nosotros mismos para arreglar algunas cosas que antes no podíamos y no hay mejor manera que aceptar la realidad que nos golpea la cara, ADAPTARNOS a esta nueva forma de convivir y sacarle provecho, pero sin arrastrar hacia nuestros hogares los vicios que se aprendieron de nuestra vida afuera, en el medio laboral o social donde nos hemos sentido apremiados y sin tiempo qué dedicarnos a nosotros mismos y a las personas y cosas que queremos, las cuales tuvimos que postergar hasta tal punto que algunas ya las teníamos lejos y al parecer perdidas. Por eso, ahora en vez de querer vivir de prisa cuando no podemos es mejor, y lo primero, ralentizar la voluntad de llevar ese ritmo y acomodar nuestra mente a otro ritmo para ganar esta batalla. Hacer una pausa, mirar a tu alrededor y volver a colocar las cosas dentro y fuera de ti es una buena idea para comenzar. Organízalas, estructúralas, y si es necesario cambia el significado que han tenido, eso es lo que parece dictarnos la realidad tan terca.

Miremos dentro de nosotros los valores y fortalezas, pero también miremos las de los demás para poder empezar a compartir con ellos de forma diferente.  Ya nada es igual, hemos pasado abruptamente del estilo de vida de vivir afuera con los selfis y en las redes sociales, colmados de actividades y mostrando nuestro lado más social que cultivamos fuera de la familia y lejos de personas importantes en nuestra vida, a vivir adentro con ellos. A pesar de lo novedosa de la situación y de que podemos hallarnos incómodos en ella, es un buen momento y una oportunidad para sacar la mirada de afuera y ponerla dentro, como un espejo donde vernos con ellos y dejar que los demás se vean en nosotros y así empezar a relacionarnos de otro modo.

El reto al cual les invito aquí es construir una red diferente entre familiares y amigos, con contenidos nuevos y mejores pertenecientes a quiénes somos, de valores de los cuales nos sentimos orgullosos, de los motivos por los que sentimos admiración a otros, hablemos del sentido que tiene o quisiéramos que tuviera nuestra vida, cambiemos la vida frívola y hueca de la que hemos llenado el tiempo por contenido real y duradero. Si lográramos hacer eso por lo menos una vez al día estaríamos activando en nuestro cerebro nuevos mecanismos relacionales, propios de la cognición que nos ayudarían a la adaptación, a fortalecernos y dotar de contenidos nuevos nuestros sentimientos hacia el entorno que más cerca tenemos de nosotros.

Planteemos el reto de reconocer en nuestras acciones cotidianas aquellos actos de egoísmo y vanidad, aunque sean pequeños, obligándonos a reflexionar sobre esa parte de nosotros que sacamos hacia fuera pero con la cual no estamos de acuerdo, no nos gusta y seguramente no aceptaríamos de los demás. Sería una vía muy rápida de fortalecer nuestro el ego de manera saludable, en una acción reversa a aquella que habitualmente nos están diciendo “sé positivo”. No seas positivo reafirmando lo que realmente quizás no tienes, sé positivo descubriendo primero lo que no te gustaría tener para después borrarlo y lo que sí tienes. Retoca tus “selfis” en la vida ideal que hay dentro de ti, como antes lo hacías con la foto que circulabas afuera en las redes sociales.

Haciendo hacia adentro de nosotros mismos el camino inverso que nos llevó afuera, enfrentemos el miedo a ver a ese otro que llevamos dentro y hemos olvidado y también al que no quisiéramos ser. Aprovechemos la oportunidad de crear una nueva convivencia con nosotros mismos para empezar a relacionarnos con los demás de manera diferente, según mi punto de vista es nuestra tarea ahora. Reparemos nuestras relaciones más intimas, empezando por nosotros mismos. En el reciente libro que publique con Leon de la Hoz les hemos dejado una guía concreta partiendo del análisis y racionalización de su hogar y su vida en particular, que puede ir enriqueciendo y adaptando al mismo tiempo que uno se va adaptando a la realidad.

Para que esa adaptación sea real y duradera necesitamos pensar y hacer uso del análisis que racionalmente nos ayude a hacer un plan de acción que nos permita sobrevivir y no dejarnos morir por la parálisis, el miedo, la ansiedad y la angustia, que solo nos pueden llevar a la perdida de la salud mental, en un aislamiento mayor y absurdo rodeado de los tuyos y de lo que amas como en una isla. Robinson Crusoe, ese náufrago que vivió aislado tantos años, logró sobrevivir acompañado de relaciones imaginarias y recuerdos de la vida con los suyos, hasta que halló una compañía humana a la cual ayudó y en la cual se apoyó para construir una forma nueva de convivencia, precaria pero vital, suficientemente sustentada en un tejido de relaciones que se construyó en la soledad.

Sin abandonar nuestra necesaria capacidad para emocionarnos y mostrar ese lado “irracional”, emocional y lúdico, podemos y debemos organizar nuestras relaciones y el mundo racionalmente, volviendo a poner las cosas en un orden más humilde, sencillo, cercano y humano. Establecer un plan de acción con el cual todos en casa, y de acuerdo, podamos ir hacia la reparación de nuestras vidas íntimas y de las relaciones más cercanas, para convivir en estos días y sacarles el verdadero provecho como familia a escala personal, y como planeta a escala de humanidad. Como para Crusoe, la adversidad que nos obliga a una vida que no es la que pedimos puede ser aprovechada y ser una ocasión para usarla en reponer lo que habíamos perdido y construir otro modo de relacionarnos y vivir.

Un buen comienzo sería hacer una introspección racional de quiénes somos, ponernos delante el espejo de las verdades y las mentiras, antes de ponerlo para ver el de los demás y mostrar el nuestro. Esa es una de las condiciones primordiales para estructurar las nuevas relaciones con las que deseamos reconstruir un mundo más sano en nuestro alrededor. Volver a querer lo que tenemos, y si nunca lo hemos tenido, empezar a buscarlo y descubrirlo cerca de nosotros. Cambiar desde adentro hacia afuera, es el reto.

 


Dra. Cesiah Hernández (1959)

Es coautora del libro Ejercicio de Convivencia. Guía emergente para sobrevivir al virus sin morir de aburrimiento. (Betania, 2020)

Tiene un doctorado en Psicología general (2012), Master en Ciencias (2004), ambos en Estados Unidos. Es Licenciada en Psicología de La Universidad de La Habana Cuba (1984).  Es Facilitadora del Circulo de Seguridad para Padres (2016). Es Licenciada en Salud Mental y Consejera en el Estado de Carolina del Norte donde actualmente radica.

La Dra. Hernandez tiene una amplia experiencia en el trabajo con niños de diferentes culturas hispanoparlantes que sufren problemas de comportamiento y emocionales y del desarrollo, así como con niños que caen en el espectro autista. Ella tiene una gran experiencia clínica liderando grupos de terapia con clientes en riesgo de hospitalización, y ha llevado a cabo terapia individual, de pareja, familiar, uso y abuso de sustancias, manejo de la agresión y habilidades para mejorar la paternidad.

Reside en Estados Unidos.

Iustración: @brunopontiroli