TRES POETAS DE LA CÁRCEL

Uno de los misterios que nunca ha quedado completamente aclarado es el de la autenticidad de la poesía y de los poetas, las definiciones estéticas y de oficio no han sido suficientes, ni siquiera acordes a las épocas y los contextos, para establecer una medida de la poesía y los poetas con su consiguiente cantidad de calidad. Muchas de las controversias literarias y estéticas en general tienen que ver con esta indefinición de la naturaleza y las funciones de la poesía desde los tiempos oscuros en que abandonó su papel mágico y de acompañamiento de la actividad por la supervivencia. Ni la poesía eres tú, ni el poeta eres tú —como dijeron Bécquer y Guillén, el cubano, respectivamente—, ni está en la oscuridad ni en la claridad, ni en orfebrería ni en la artesanía.

La mejor de las definiciones de la poesía la hizo un poeta al que no le gustaban las definiciones. “La poesía es lo que no se ve”, dijo Gastón Baquero, introduciendo una idea que está presente desde los primeros tiempos, como Dios. La poesía es lo que no se ve, pero sin embargo está o puede estar presente en todas las cosas, y de su existencia sabemos aunque no todos los hombres están preparados para dar fe de ella. Una genialidad que iguala a la de José Martí cuando para hablar de la política, dijo: “La política es lo que no se ve”. Dos hechos invisibles por distintas razones que están presentes en la vida cotidiana, aunque el concepto de política se haya restringido a la vida institucional y el de poesía ha dejado de ser excepcional.

Algunos estamos seguros que la poesía es lo que no se ve y además no se deja atrapar, como dijera Lezama Lima, “en el instante en el que ya habías alcanzado tu definición mejor”. Si no se ve, difícilmente se pueda definir y atrapar. Pero, entonces ¿qué es la poesía? Para saber qué es la poesía quizás el camino más corto es el que nos enseña que no es la poesía. O sea, no podemos saber lo que no se deja ver, ni definir, ni atrapar, sin embargo sí podemos saber que todo cuanto se deja ver, definir y atrapar no es poesía.

A pesar de las imprecisiones de este constructo objetivo e ideal, concreto y abstracto, del que el propio Lezama dijera, “de la contradicción de las contradicciones, la contradicción de la poesía”, los grupos, las Iglesias, los Gobiernos y otras autoridades como los propios estudiosos de la teoría y la estética, además de los lectores, han establecido cánones que incluso se han convertido en cánones. Posiblemente sea una carencia del hombre la de querer establecer definiciones para todo. Cuba no es una excepción, ya en la República con un extenso y rico quehacer literario grupos de intelectuales buscaban sus espacios definiendo el de los otros y el propio dentro un clima cultural de tolerancia y respeto.

Sin embargo no fue hasta que la dictadura cubana impuso su canon, derivado de la teoría socialista de la cultura, que poesía y literatura en general se vieran obligadas a sobrevivir para evitar lo que los textos sagrados exigían: la visibilidad, la objetividad y la definición del sujeto epistemiológico lejos de las contradicciones. Entonces el Estado creó sus cófrades que justificaron su canon estético que incluía el canon ideológico y político de obligado cumplimiento so pena de castigo por no cumplir con la disciplina.

La poesía escrita en la cárcel o por quienes han estado presos por incumplir con el canon es suficiente como para hablar de una poesía diferente que se puede clasificar como carcelaria. El libro del profesor Rafael Saumell (La cárcel letrada, Betania, 2012), es sin dudas, el que mejor estudia este fenómeno en Cuba, que con la Revolución ha alcanzado cotas todavía sin definir. Al margen de las calidades conque cada autor haya podido revelar lo que no ha de verse, como podría decir Baquero, es incontestable que esa poesía carcelaria existe, independientemente de que por motivos obvios el Gobierno ha hecho todo lo posible por ignorarla y desacreditarla.

Nombres como Ernesto Díaz Rodríguez, Miguel Sales, Heberto Padilla, Belkis Cuza-Malé (detenidos sin condena), María Elena Cruz Varela, Raúl Rivero, Ángel Cuadra, Alberto Muller, Fray Miguel Ángel Loredo (cura), Manolito Ballagas, José Mario, Reinaldo Arenas, Néstor Díaz Villegas, y María Cristina Garrido, encarcelada por participar en las protestas del 11 de julio de 2021, entre otros, avalan la existencia de esta poesía, del mismo modo que una larga lista de poetas engrosan hoy el exilio o la emigración cubana, sin que nadie ponga en duda sus calidades, como tampoco se cuestiona la de aquellos que escriben con el canon del Gobierno sobre sus cabezas como una espada de Damocles.

POEMAS DE LA DESESPERANZA

Hoy tocan Armando Valladares, Pedro Luis Boitel y Jorge Valls.

Los poemas que aparecen aquí puede que sean puestos en duda, así como sus autores. De la misma manera que muchos de los poemas y poetas que hoy proliferan sin discriminación en editoriales y revistas que pululan. Muchos de ellos no merecerían una nota en cualquier gacetilla de un periódico de barrio. Tanto dentro como fuera de Cuba el valor de la poesía se ha relativizado por el uso comprometido, la falta de crítica —aunque las opiniones sobren—, los prejuicios y las valoraciones extraliterarias. La mala escritura, los elogios desmedidos y los talentos malogrados por la falta de “taller” en sus obras recorren la geografía de las orillas de la isla, no obstante el exhibicionismo conque lucran.

Así mismo vemos cómo poetas comprometidos con el régimen dentro son ninguneados fuera, con los mismos raseros que dentro lo hicieron a poetas del exilio. Al revés de lo que podría ser un panorama diverso, enriquecido por la movilidad migratoria, lo que se aprecia es una internacionalización del provincianismo.

Estos poemas y sus autores no son los únicos en haber sido puestos en duda por el régimen cubano y sus adláteres, a veces sin haber sido leídos por quienes los juzgaron. No porque fueran malos poemas, sino porque sus autores eran enemigos del régimen. Lo que ha importado no es la calidad de los poemas, sino denigrar y descalificar a los autores a través de sus obras. Es un mecanismo interiorizado que se ha extendido más allá de la geografía física del país y que antes del 59 no estaba acusado. No sería reseñable este juicio si no se tratara de una conducta crítica similar a la que practica el régimen con la cual ha logrado consolidar un alter ego allá donde no tiene poder.

Armando Valladares (1937). Es conocido principalmente por su libro Contra toda esperanza, una obra autobiográfica en la que relata su experiencia como preso político en las cárceles del gobierno cubano durante casi 22 años.

LE CRECERÁN LAS ALAS

Le crecerán alas algún día
a mi silla de ruedas
y podré volar sobre los parques
alfombrados de niños y violetas.

Será mi silla un sueño alado
sin la obsesión enajenante de las rejas
y podrá escalar el arco iris
y descender por la montaña quieta.

Será mi silla un sueño sin pupila
una golondrina metálica sin tierra.

LA MEJOR TINTA

René Díaz Almeida,
poeta y hermano de lucha

Me lo han quitado todo
la plumas
los lápices
la tinta
porque ellos no quieren
que yo escriba
y me han hundido
en esta celda de castigo
pero ni así ahogarán mi rebeldía.
Me lo han quitado todo
-bueno, casi todo-
porque me queda la sonrisa
el orgullo de sentirme un hombre libre
y en el alma un jardín
de eterna florecitas.
Me lo han quitado todo
la plumas
los lápices
pero me queda la tinta de la vida
-mi propia sangre-
y con ella escribo versos todavía.

Jorge Valls (La Habana,1933-Miami, 2015). Estuvo más de 22 años en la cárcel, detenido por defender a un amigo acusado por el régimen. Antes de la Revolución había sido condenado a cárcel por Batista y había pertenecido al Directorio Revolucionario. Defendió su postura cristiano socialista, incompatible a la intolerancia comunista hasta los años 90, tanto en la cárcel en Miami como al salir de prisión en 1984. Quienes lo conocimos sabemos que era un hombre excepcional.

DONDE ESTOY NO HAY LUZ

Donde estoy no hay luz

y está enrejado.

Inmediatamente después

hay un espacio iluminado.

Por lo tanto debe existir la luz.

Sin embargo,

más allá, hay una sombra más densa aún…

Ya no hay ahorcados:

todos están ardiendo.

¿Estarían hechos de kerosene por dentro?

Y siguen conversando,

moviéndose de aquí para allá,

de allá para acá,

interminablemente.

Algunos duermen.

Alguien está afuera.

En algún lugar hay sol.

Inevitablemente existe el sol.

Yo ya no puedo salir.

Iré a dormirme.

Inevitablemente volveré a despertarme.

Y así sucesivamente.

La kerosene inagotable está quemando.

Diciembre, 1969.

¿SERVIRÁN…?

¿Servirán estas cosas

que se hacen cuando de todos volvemos,

hasta del susurro;

cuando la mano regresa

de la caricia no dada?

Yo amo la espina que me encona el dedo

porque nació del tallo de la rosa.

Amo hasta la miseria mía

tan en peligro de deslizarse

hasta la espuma donde le gritan los peces.

Yo amo este polvo

que se desgrana en mis dedos

como si untara en la cara del viento.

Amo el agua que baja

y el agua que se queda,

la modesta agua gris de los lavabos.

(La penumbra jaspeada de alhelíes,

donde el rumor más leve hace canto).

Caen bajo las alas de las garzas

las desprendidas voces.

Un pájaro de pico cárdeno

labra el rubí sangrante de mi carne.

3 de mayo de 1981.

Pedro Luis Boitel (Jovellanos, Matanzas, Cuba, 13 de mayo de 1931 – La Habana, Cuba 25 de mayo de 1972) fue un poeta y disidente cubano quien se opuso a las dictaduras de Fulgencio Batista y de Fidel Castro. Fue dirigente estudiantil del Movimiento 26 de Julio durante Batista, a finales de los 50, y en la Universidad de La Habana (1959) con la Revolución. Fue candidato a la Presidencia de la FEU por el M-26-7, sin el apoyo de Fidel Castro que defendía la de Rolando Cubela. En 1961 fue sentenciado a 10 años de prisión. Murió durante una huelga de hambre.

TU PRESENCIA

El mundo preconcebido de los pájaros que flotan
vive en mi interior, sumido en su silencio
transcurren las horas de prisa
y mi corazón desprovisto de coraza
se agita entre sueños y mares, entre olas inciertas, muy cerca de ti

Quizás sean escasas las horas que deambularé por este mundo,
ignoro si he de morir en tus brazos o desnudo de ti.
Redoblan las campanas, es ese amor que fenece.
Entierro silente tu sonrisa y junto a ella mi desconsuelo.

He atravesado caminos, huellas marqué en tu sendero,
besé con mis suspiros tu noche, la hermosura de tu incandescencia
errante trazó tu silueta, tus caricias, tus encantos.
Horas de rebosante júbilo, horas enmohecidas por los llantos

El mundo preconcebido de los pájaros que emigran
vive en mi interior, sumido en su silencio.
Éxodo de instantes fugaces que palpitan
y mi corazón desprovisto de coraza
se estremece entre dudas y certidumbres, entre sueños y vivencias
muy próximo a tu presencia.

EL DESTIERRO

Melodía distante que invade mi habitación,
sombras que transitan los rincones de mi mente,
mis manos, el destino con vivencias ha encadenado.
Esa, esa es la ley del desterrado.

Cruces de experiencias grabadas en mi piel,
lastimándome cual el mortífero desdeño de una mujer.
Recubierto de épocas efímeras subsiste mi corazón.
Dependencia nostálgica de un niño que se olvido de crecer.

Memorias transformadas en fantasmas
aquellos que me asedian mientras reposo,
omnipresentes sombras que perturban mis sueños
mientras yo evoco mi país a mi modo.

Isla que desaparece en el horizonte,
crepitante estación que alguna vez ocupé.
Hoy sólo este éxodo marchito recoge el viento,
pétalos esparcidos en una corriente ausente de mar.

El destierro me vincula al pasado.
Soy esclavo de un concepto, de una idea,
busco entre los recuerdos el principio de todo
más sólo hallo cenizas, parcialmente sepultadas durante mi trayectoria.

El destierro me ha sentenciado a vivir encarcelado a la nostalgia, compartiendo su celda,
pero al transcurrir los años he aprendido a despertar,
y ahora en mi realidad busco mi emancipación, mi senda.